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Voto de drelles:
7
Voto de drelles:
7
6.4
478
Drama. Romance
Basada en la vida de la cantante Ruth Etting (1896-1978), sobre todo en su tomentoso matrimonio. Ruth lo tenía todo: una voz privilegiada, belleza y encanto, pero su relación amorosa con el gángster Martin Snyder, aunque la ayuda a alcanzar la fama, también la hunde en la bebida. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2011
31 de agosto de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película contiene las características que hacían inolvidable el cine de Hollywwod: buenos decorados, excelentes canciones, historia bien hilvanada, secundarios creíbles, dirección discreta para no entremeterse; en fin, un pasatiempo de dos horas, amenas y desengrasantes.
Hoy en día parece impensable un cine así: el director haría genialidades a troche y moche, las canciones serían inaudibles, la historia se llenaría de sexo y drogas; en resumen, sería imposible alcanzar las dos horas sin bostezar o mirar el reloj.
Aunque algunas de las características anteriores podría uno esperar que fuesen igualadas en el caso de un hipotético remake actual, desde luego aguzando mucho la imaginación; lo que sería imposible es encontrar un actor de la talla de Cagney, que hace aquí una auténtica creación, de un personaje rutinario hace un gran hombre: autoritario, megalómano, déspota, luchador, orgulloso y decidido. Es tan grande su creación que, aunque el personaje es aborrecible en muchos aspectos, le hace a uno desear que se quede con la sosa Doris Day, mediana actriz pero buena cantante, por delante del apocado Cameron Mitchell que sale huyendo al primer contratiempo. Que Cagney era grande ya lo sabíamos: eficaz en el cine negro, el musical y la comedia. Que por su creación aquí no le dieran el Oscar y acabaran después con este ridículo galardón es una prueba de la idiotez que acompaña al mundo desde su creación.
Hoy en día parece impensable un cine así: el director haría genialidades a troche y moche, las canciones serían inaudibles, la historia se llenaría de sexo y drogas; en resumen, sería imposible alcanzar las dos horas sin bostezar o mirar el reloj.
Aunque algunas de las características anteriores podría uno esperar que fuesen igualadas en el caso de un hipotético remake actual, desde luego aguzando mucho la imaginación; lo que sería imposible es encontrar un actor de la talla de Cagney, que hace aquí una auténtica creación, de un personaje rutinario hace un gran hombre: autoritario, megalómano, déspota, luchador, orgulloso y decidido. Es tan grande su creación que, aunque el personaje es aborrecible en muchos aspectos, le hace a uno desear que se quede con la sosa Doris Day, mediana actriz pero buena cantante, por delante del apocado Cameron Mitchell que sale huyendo al primer contratiempo. Que Cagney era grande ya lo sabíamos: eficaz en el cine negro, el musical y la comedia. Que por su creación aquí no le dieran el Oscar y acabaran después con este ridículo galardón es una prueba de la idiotez que acompaña al mundo desde su creación.