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Voto de VALDEMAR:
6
7.3
3,115
Cine negro. Drama
Tres amigos de la infancia, Martha, Walter y Sam, comparten un terrible secreto. Con el paso del tiempo, la ambiciosa Martha (Stanwyck) y el pusilánime Walter (Douglas) se han casado: ella es una brillante y fría empresaria, y él es el fiscal del distrito; una combinación perfecta para dominar a su antojo la ciudad de Iverstown. Pero el inesperado regreso de Sam (Heflin) a la ciudad, después de muchos años de ausencia, perturba ... [+]
18 de agosto de 2015
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es, en principio, una peli de cine negro con un arranque macanudo. Es una historia sobre una rica heredera infantil que se parece a la Stanwyck, pero sin dar miedo, y un par de niños amiguitos suyos, el golferas y el repipi, que se ven envueltos en un asunto muy feo y peligroso.
Según avanza se convierte en un amoroso melodrama, de más o menos fortuna argumental, a ratos. El caso es que el espectador tiene que elegir entre creérselo todo o no creerse nada, según le dé. Y esto es consecuencia inexorable del turbador estilismo de la Stanwyck. Parece que estés viendo una peli de ciencia ficción.
Tenemos, por un lado, a Van Heflin, que no es cazavampiros sino un actor feo y cabezón, y por otro, a la femme marciana Stanwyck y a la guapa Lizabeth Scott, ambas dos suspirando por el macrocéfalo. Te lo tienes que creer.
También anda por ahí, enredando, un jovencito Kirk Douglas ardientemente enamorado de su esposa Stanwyck, a la que no tengo manía por poco agraciada, como pudiera parecer, aunque me produce cierto repelús por su capacidad única para salir en las pelis tan rara y poco favorecida.
Hay una secuencia en la que la Scott le está haciendo un pase privado de modelitos desmontables a Heflin, y de repente aparece la Stanwyck, fea como un pecado, con un atuendo indescriptible y aterrador. Y el caso es que estando la bella Scott en pantaloncillo corto y camisa ombliguera, el bicho se queda mirando a Heflin con los morros torcidos, ¡y el muy melón se larga con ella y deja tirada a la guapa, que le ama! Te lo tienes que creer.
Yo es que, por muy bueno que sea el inicio, no soy capaz de dejarme llevar y disfrutar de una peli si cada vez que aparece la prota me hace pegar un respingo.
Según avanza se convierte en un amoroso melodrama, de más o menos fortuna argumental, a ratos. El caso es que el espectador tiene que elegir entre creérselo todo o no creerse nada, según le dé. Y esto es consecuencia inexorable del turbador estilismo de la Stanwyck. Parece que estés viendo una peli de ciencia ficción.
Tenemos, por un lado, a Van Heflin, que no es cazavampiros sino un actor feo y cabezón, y por otro, a la femme marciana Stanwyck y a la guapa Lizabeth Scott, ambas dos suspirando por el macrocéfalo. Te lo tienes que creer.
También anda por ahí, enredando, un jovencito Kirk Douglas ardientemente enamorado de su esposa Stanwyck, a la que no tengo manía por poco agraciada, como pudiera parecer, aunque me produce cierto repelús por su capacidad única para salir en las pelis tan rara y poco favorecida.
Hay una secuencia en la que la Scott le está haciendo un pase privado de modelitos desmontables a Heflin, y de repente aparece la Stanwyck, fea como un pecado, con un atuendo indescriptible y aterrador. Y el caso es que estando la bella Scott en pantaloncillo corto y camisa ombliguera, el bicho se queda mirando a Heflin con los morros torcidos, ¡y el muy melón se larga con ella y deja tirada a la guapa, que le ama! Te lo tienes que creer.
Yo es que, por muy bueno que sea el inicio, no soy capaz de dejarme llevar y disfrutar de una peli si cada vez que aparece la prota me hace pegar un respingo.