Es algo evidente para cualquiera que no haya vivido las últimas décadas en una cueva, apartado del mundanal ruido, el impacto que tuvo la saga de Indiana Jones para la generación de los 80, convirtiéndose en un icono del celuloide casi intocable.

Por eso mismo tal vez, es interesante e inútil a la vez rebuscar en el mito y tratar de ofrecer una visión apartada de aquella catarsis colectiva que protagonizó, en algunos casos para reivindicar sus cualidades y en otros (como en el mío) para destacar los errores que la alejan de ser una obra maestra.

Yo nací en 1990, y eso significa que no he tenido oportunidad de verme expuesto al mito tal como se presentó en su día (nótese que no hablo de "mito" en sentido peyorativo, la crítica no va por ahí). Por el contrario, no sólo he visto la película mucho más tarde, sino que lo he hecho ahora, con veinte años y desde una perspectiva distinta, por tanto, de la que tenían los niños que conformaron en su día el grueso de los seguidores de esta saga. Digo esto porque, al fin y al cabo, dejo ahí la posibilidad de que el problema sea mío y haya que ver "En busca del arca perdida" a una determinada edad para que haga mella.

Pues bien, hecha esta larga introducción, paso a hablar de lo que interesa aquí: la película. Es evidente por mi nota que la considero bastante buena. Es más, una de las cosas que reconozco tanto a ésta como a "El templo maldito" (la otra de la saga que he visto recientemente) es que, por encima de defectos y lagunas argumentales, son películas de aventuras modélicas, que presentan todo lo necesario para entretener durante dos horas: lugares extraños, atmósferas opresivas, persecuciones, peleas con villanos...

En ese sentido, la obra empieza muy bien. Acción en un templo, trampas a cada paso y en general ese tono de imprevisibilidad que le viene muy bien. Una excelente presentación de un personaje, el arqueólogo Indiana Jones, que promete aventuras de aquellas clásicas que siempre me ha gustado oír sobre tumbas milenarias, reliquias escondidas y la lucha contra los elementos por hacerse con ellas. Cuando la idea principal del argumento se presenta, evidentemente mis expectativas están por las nubes.