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Voto de Ghibliano:
5
Documental Xavier Artigas (Ciutat morta, 2013), pone el foco en otro caso real para un nuevo trabajo de denuncia: 'Idrissa, crónica de una muerte cualquiera' recupera el caso de un joven inmigrante africano, que murió en el Centre d'Internament d'Estrangers de Barcelona en enero de 2012, intentando reconstruir qué sucedió, y retratando el drama de la realidad de quienes llegan a otro país en busca de un futuro mejor.
9 de octubre de 2021
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El último proyecto documental de la productora independiente barcelonesa Metromuster recoge la historia de Idrissa, un joven guineano fallecido en un Centro de Internamiento de Extranjeros, y cuyo cuerpo permaneció en paradero desconocido desde que sucedieron los hechos, sin ejecutarse la repatriación ni informar de manera adecuada a las familias. Dirigido por Xavier Artigas y Xapo Ortega, "Idrissa, crónica de una muerte cualquiera" expone la investigación de los realizadores sobre el caso, la búsqueda del cuerpo y la resolución de los trámites que llevan finalmente a que el joven pueda ser enterrado en su pueblo natal de Guinea. Por el camino asistimos a una fuerte crítica y exposición de la burocracia estatal, de sus graves negligencias y de los prejuicios postcoloniales que persisten frente a los inmigrantes de países africanos.

Como pieza que documenta el caso de Idrissa, proporciona la información suficiente para entender la dificultad de sacar a la luz su expediente en una muestra clara de la opacidad del sistema, pero lo hace hasta breve y esquemático, en la medida en que sirve para construir un relato de los hechos. Al fin y al cabo, esto es lo que pretende y lo que constantemente nos resalta a través de su narrativa, de sus testimonios y hasta de su representación visual, conformando un tono de denuncia que desde el principio deja muy claras sus intenciones, así como su posicionamiento.

Y pese a que lo logra, y que el caso del joven con las implicaciones familiares, sociales, políticas y culturales que emanan de éste queda bien reflejado, lo cierto es que no ofrece mucho más. Está rodado con eficiencia discreta, más allá de extravagancias más o menos afortunadas —curioso el momento Google Maps— que no llegan a otorgar una personalidad muy marcada al documental. Parece, en resumen, algo completamente secundario frente al mensaje, por lo que apenas ofrece alicientes por esa vía, confiando en su labor de visibilización y protesta para dar valor a la experiencia.

En ese sentido, el gran problema de la cinta es que en mi opinión carece de la contundencia necesaria para una reivindicación de estas características. Los hechos que se narran me parecen escandalosos, la forma que tiene esta película de contarlos se me hace prescindible y olvidable, en particular por lo fragmentado que está el proceso que se narra. Hay escenas potentes, emotivas y llenas de significado, pero en cierto modo siento que lo son a pesar de, por sus implicaciones y su trasfondo antes que por la forma de capturarlas frente a la cámara. Por poner un ejemplo, el manifiesto anticolonialista que lee un hombre en cierto punto de la cinta es emotivo y esclarecedor, pero lo es por sí mismo y no por cómo lo filman Artigas y Ortega ni por cómo lo emplazan en la narrativa global.

De hecho, a nivel de mensaje no tengo ni un reproche que hacer al filme. Como exposición de las cosas que funcionan mal en el país, a la corrupción y/o negligencia de sus autoridades y estamentos y el desamparo cuando no se dispone de recursos para afrontar sus injusticias, creo que cumple de sobra sus objetivos. A través de esta historia personal se van hilando muestras de una estructura administrativa deficitaria e incompetente que perpetúa la carga sobre sectores desfavorecidos de la sociedad, en este caso sobre jóvenes inmigrantes que teóricamente están bajo tutela estatal pero el Estado no responde adecuadamente por ellos, y en último término se señala como la causa última a la condescendencia colonialista que persiste, si no de manera explícita, sí en un entorno de aceptación colectiva que acepta esta desigualdad como algo normal.

Es por eso que, si me tengo que quedar con algo de "Idrissa, crónica de una muerte cualquiera", no es en la forma sino en el fondo. Es decir, en la denuncia y visibilización de una realidad terrible, no tanto por el hecho en sí, que también, como por estar enterrada de esta manera en la normalidad burocrática de este país. Y eso tal vez sea suficiente. En mi caso, echo de menos que además me hubiese cautivado por la forma de contarlo, pero lamentablemente no creo que este documental vaya a permanecer por mucho tiempo en mi memoria.

Texto escrito para Cine Maldito.
Ghibliano
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