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Estados Unidos Estados Unidos · New York
Voto de Lucien:
7
Comedia. Bélico Convencido de que los comunistas están contaminando los Estados Unidos, un general ordena, en un acceso de locura, un ataque aéreo nuclear sorpresa contra la Unión Soviética. Su ayudante, el capitán Mandrake, trata de encontrar la fórmula para impedir el bombardeo. Por su parte, el Presidente de los EE.UU. se pone en contacto con Moscú para convencer al gobierno soviético de que el ataque no es más que un estúpido error. Mientras tanto, ... [+]
28 de octubre de 2009
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamar comedia al ejercicio de sangrante sátira de Kubrick es poco menos que descabellado. Muy otro parece el horizonte del director que, ya desde los títulos de crédito, ridiculiza no ya la guerra nuclear sino a quienes ostentan el mando militar y político. Un avión de juguete que vuela en la pantalla. Unas grafías de niño que abren las puertas a un film sobre la destrucción del mundo. En estos signos ya está marcada la ruta de una película bastante desigual en resultados, pero inteligente en algunos de sus planteamientos.

La idea de hacer un esperpento de un conflicto que preocupaba al mundo de entonces es toda una osadía, que aún hoy adquiere cierto valor. No hablamos pues de una comedia en realidad, sino de una ridiculización nihilista que alerta del despropósito, las disensiones, la arbitrariedad con que se juega la vida de millones de personas. (Eso mismo pasa hoy en día, por cierto: digamos en Irak).

Por supuesto hay espacio para el humor, espacios impagables además. Los diálogos entre el Pte. Muffley y Dimitri, que parecen más una riña de esposos que un conflicto de alcance fatal para el planeta, la paródica imagen del piloto "King" Kong cayendo a lomos de una bomba nuclear entonando su grito vaquero, la escena de la cabina de Sellers y el aviso del soldado (usted verá si quiere tener que vérselas con Coca Cola, dice en la versión original)... Sin embargo son apenas destellos en medio de una película que se antoja larga en solo 90 minutos.

El problema añadido es que, y en esto converjo con muchos, Kubrick no ha sabido articular de una manera coherente el sentido de la película, hay demasiados saltos entre lo serio, lo joco-serio y lo humorístico. Nos presenta la escena de la confrontación entre soldados americanos en clave dramática para después caer en subrayados grotescos. Pasamos del suicidio del general, tras una escena de fotografía perfecta, a la escena slapstick de Sellers con la cabina y la máquina de refrescos. El lector se pregunta en qué quedamos.

Y luego están los excesos. Resulta excesivo ese cartel continuamente mostrado diciendo "Peace is our profession". Resulta demasiado caricaturizada la figura gesticulante del general Turgidson revoleado por los suelos, llamado por su amante durante una reunión en el Pentágono- Resultan grotescos en exceso los caracteres del diplomático ruso y del propio Dr. Strangelove con la mano en alto. El esperpento, para que funcione, ha de ser coherente y mostrar de principio a fin una caricatura sostenida en el difícil equilibrio de la parodia y la verosimilitud. Es Max Estrella, no el General Turgidson.

Existen además incoherencias. El Dr. Strangelove no está bien justificado como personaje. Tampoco está bien resuelto el papel de Mandrake. Y gracias a Dios que Kubrik tuvo a bien no acabar el film con el ceremonial de tartazos previsto.

No era necesario caer en tales torpezas. Lástima. La idea era notable: filmar el peligro nuclear desde el Callejón del Gato.
Lucien
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