Como no podía ser de otra manera, la unión entre el director de "Arma letal" y el protagonista de "La jungla de cristal" ha deparado un imponente y espectacular thriller de acción que cuida detalladamente tanto la forma de la narración, con un ritmo continuado que mantiene en vilo al espectador, como la profundidad de sus personajes. El film entero gira en torno a un Bruce Willis inmenso, que vuelve a encarnar su tipo de rol favorito, el del antihéroe, pero desde una perspectiva nueva para él: Ya no es el gran John McClane que después de matar a todos los malos se fuma un pitillo y dice algo chulo, sino que interpreta a un oscuro personaje inmerso en una espiral de autodestrucción, que encuentra inesperadamente una última oportunidad de redención. En un papel digno del Oscar que tanto merece, Willis nos muestra las carencias físicas y psicológicas de alguien al borde del alcoholismo, con un aspecto febril y macilento tan real que asusta, pero que todavía mantiene un pequeño atisbo de esperanza. Su complemento, Mos Def (visto en la entretenida "The italian job"), tiene la consideración que otros films de acción tanto deniegan a los actores de raza negra al convertirlos en los típicos e insulsos cómicos secundarios. Es preferible que los momentos de humor lleguen por sorpresa y de forma inteligente, como en este relato, que esperar los típicos chistes de toda la vida que ya han perdido su sentido y su gracia. Así pues, el sobrio guión ofrece a Def la oportunidad de interpretar a un pobre muchacho con poca lucidez mental que se encontraba en el sitio inadecuado en el momento más inoportuno. Ambos personajes tratarán de sobrevivir y llevar a cabo la última misión del policía, algo que recuerda en parte al film de Eastwood "Ruta suicida", al que esta producción supera con creces. En su camino el espectador disfrutará con difíciles secuencias de acción coreografiadas al milímetro dentro de las transitadas calles céntricas neoyorquinas, en las que es imposible encontrar fallo alguno. El villano de la función es David Morse, un policía corrupto que lamentablemente no está a la altura interpetativa del duo protagonista, con una intervención bastante inexpresiva y cargada de tópicos. Richard Donner y Bruce Willis nos han hecho disfrutar con una película de acción en la línea de aquellas magníficas producciones de finales de los ochenta y principios de los noventa, devolviendo al género un espíritu frenético que en los últimos tiempos parecía haber perdido, convirtiendo este film en inolvidable e imprescindible para aquellos que gusten de este tipo de cine.