Mike Newell realiza la que probablemente sea la peor película de la saga de Harry Potter hasta la fecha. Y es que cinematográficamente hablando, la saga ha ganado en calidad conforme ha aumentado la oscuridad de la historia en favor de un público más adulto que para el que se han escrito los libros. En "El cáliz de fuego", el principal problema es el exceso de duración en favor de una serie de historietas, demasiado americanas (como bailes de instituto y demás) y que poco o nada tienen que ver con la trama principal. Si el director se hubiera centrado en esta última, habría agilizado mucho la historia, ganando muchos enteros y ahorrando toda esa serie de minutos basura que no sirven más que para aburrir soberanamente al espectador y hacerle perder el hilo del verdadero argumento. De entre los nuevos personajes, dos destacan sobremanera: Brendan Gleeson, con una interpretación carismática del personaje Alastor y el siempre genial Ralph Fiennes, irreconocible físicamente en su papel del malvado Lord Voldemort. A pesar de algunas buenas secuencias de acción, ciertamente espectaculares y de algunos buenos momentos de intenso dramatismo, Mike Newell suspende en su adaptación de la cuarta novela del famoso mago creado por J.K. Rowling demostrando una gran serie de carencias como cineasta que no le auguran un buen futuro.