Pues eso, que solo me gusta Israel, es el único que me llama la atención de este vodevil epidémico absurdo, que si bien es bastante entretenido ya que no da respiro, por instantes me recuerda a las horas más bajas de una comedia televisiva. Mero pasatiempo simpático que yo creo en su día me impresionó por la arrolladora presencia de Israel, pero que visto por segunda vez no resulta lo mismo porque reparas en lo no tan bueno.

Ni Elena (Blanca Suárez) me cae simpática, más que íntegra la asocio más con un perfil de persona bienquedada y algo ingenua, no sé, no es un perfil de personaje que me enamore.

Por lo general, los actores (hombres) maduros suelen ser mejores actores más por maduros que por actores, o al menos por los papeles que les dan, o al menos a mí casi siempre me sugieren más, por su cinismo o sarcasmo, por sus tablas y su templanza a la hora de transmitir, me parece que los personajes que interpretan no se atienen tanto a la corrección política ni persiguen tanto el impacto tan cotizado mediante la manipulación emocional u otras filigranas tóxicas, ni tampoco la aceptación incondicional; desde ese enfoque hasta son más rectos e íntegros por muy hijos de puta que sean en la pantalla. Ordóñez se sale, a Awada y a Climent casi no se les dejan intervenir, pero el personaje de Casas no me dice nada, me cae mal, nunca va de frente (aunque quizás así sean la mayoría de los 'jóvenes' en la vida real). Secun de la Rosa tiene el mismo rol que siempre le he visto, el de agitador, aturullado, que desbarata el suspense.

Me quedo con Ordóñez, cachondo mental y tarado. Lo difícil que tiene que ser dar vida a alguien tan errante y estrambótico, sin embargo lo fácil que hace que parezca. Pero ni tanto ni tan calvo: no es una mala película y me sorprende ver a muchos ponerla como si fuera la peor mierda que hayan visto en su vida.