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Voto de El Extranjero :
5
8.1
30,130
Drama
Johnny Friendly (Lee J Cobb), el jefe del sindicato portuario, utiliza métodos mafiosos para controlar y explotar a los estibadores de los muelles neoyorquinos. Terry Malloy (Marlon Brando), un boxeador fracasado que trabaja para él, se ha visto involuntariamente implicado en uno de sus crímenes. Cuando Malloy conoce a Edie Doyle (Eva Marie Saint), la hermana de la víctima, se produce en él una profunda transformación moral que lo lleva ... [+]
9 de junio de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es secreto que muchas veces la inspiración más prolífica surge a partir de los más bajos impulsos del hombre, como lo son el resentimiento y el orgullo. A Elia Kazan le impulsó a crear una película que gustó mucho al público, pero que yo me tomo con ciertas reservas por los motivos que detallaré en la zona de abajo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El principal. Vale, no has podido cargarte a Brando porque se escabulló del atropello. La reacción de este es exponerse y anunciar publicamente que clama venganza. Al día siguiente tiene lugar el juicio y como testifique te jode pero vivo, de hecho por eso lo has intentado atropellar. Mi pregunta es, si eres tan poderoso, ¿por qué no contratas a alguien para que le meta cuatro tiros mientras esté regresando a su casa? Es lo que se espera por parte de un mafioso, ¿no? Eso no lo entiendo.
Brando. Está bien, muestra un porte magnético en algunas escenas, pero en mi opinión se hace demasiado el tonto durante sus citas con la hermana del asesinado cuando sale el tema de su supuesta implicación en el crimen de este. Es exagerado como se hace el loco, cualquiera se daría cuenta, desde fuera sus evasivas se ven demasiado incoherentes. Además su personaje es un tanto extraño, huraño y apático, sin más motivaciones que pasarse las horas en un palomar, ¡hasta duerme ahí!
Con el desenlace Kazan pretende erigirse en mártir justo igual que su personaje, de manera muy obvia se identifica con él: cuando Brando increpa al jefazo, cuando al principio muestra como sus compañeros para los que pretendía dar unas mejores condiciones de trabajo le rechazan pero luego después de que pelee con Lee J. Cobb y los secuaces de este lo dejen para el arrastre, de repente deciden que no van a trabajar si el no va. Y claro, tenemos la emotiva secuencia en la que con la cara rota logra llegar a traspiés hasta la dichosa entrada de la fábrica y revolución ganada. Todo queda muy bonito, sí, porque Kazan sabía filmar, pero vamos yo no le veo mucho sentido.
Las mejores escenas son en las que Brando va conociendo a la hermana del asesinado (las que comparten durante la primera hora del metraje, cuando va surgiendo poco a poco la chispa del enamoramiento); ahí es cuando la presencia de un Brando que entonces contaba con treinta años se vuelve poderosa y apabullante, y demuestra lo gran actor que es. Las intervenciones del padre también son de lo mejor: se trata de fragmentos de cine sentido que habla desde adentro, sobre la vida, aunando sensatez y pasión por la existencia, en este caso en forma de apología de una causa noble. Por último, destacar a Lee J. Cobb que es un actor fantástico y caracteriza con rabia y fervor su malencarado y estrecho personaje.
Brando. Está bien, muestra un porte magnético en algunas escenas, pero en mi opinión se hace demasiado el tonto durante sus citas con la hermana del asesinado cuando sale el tema de su supuesta implicación en el crimen de este. Es exagerado como se hace el loco, cualquiera se daría cuenta, desde fuera sus evasivas se ven demasiado incoherentes. Además su personaje es un tanto extraño, huraño y apático, sin más motivaciones que pasarse las horas en un palomar, ¡hasta duerme ahí!
Con el desenlace Kazan pretende erigirse en mártir justo igual que su personaje, de manera muy obvia se identifica con él: cuando Brando increpa al jefazo, cuando al principio muestra como sus compañeros para los que pretendía dar unas mejores condiciones de trabajo le rechazan pero luego después de que pelee con Lee J. Cobb y los secuaces de este lo dejen para el arrastre, de repente deciden que no van a trabajar si el no va. Y claro, tenemos la emotiva secuencia en la que con la cara rota logra llegar a traspiés hasta la dichosa entrada de la fábrica y revolución ganada. Todo queda muy bonito, sí, porque Kazan sabía filmar, pero vamos yo no le veo mucho sentido.
Las mejores escenas son en las que Brando va conociendo a la hermana del asesinado (las que comparten durante la primera hora del metraje, cuando va surgiendo poco a poco la chispa del enamoramiento); ahí es cuando la presencia de un Brando que entonces contaba con treinta años se vuelve poderosa y apabullante, y demuestra lo gran actor que es. Las intervenciones del padre también son de lo mejor: se trata de fragmentos de cine sentido que habla desde adentro, sobre la vida, aunando sensatez y pasión por la existencia, en este caso en forma de apología de una causa noble. Por último, destacar a Lee J. Cobb que es un actor fantástico y caracteriza con rabia y fervor su malencarado y estrecho personaje.