Mala, plomiza, es como si pretendiera ser infantil y grosera a la vez. La premisa no está mal pero una vez más se opta por la caricatura excesivamente boba como medio para tratar de arrancar risas con vergonzoso resultado. Ninguna escena ocurrente o emocionante de verdad, el pasteloso cierre no me sirve, a lo máximo que alcanza es a un curioso intervalo de puro trámite hasta el aparecer de los créditos que suscita un moderado grado atención entre el letargo que produce esta interminable sucesión de situaciones absurdas y exagerados disparates, todos erróneamente ideados. La crítica al machismo es demasiado obvia y es restregada de tal modo para que hasta el espectador más burro pille el paralelismo, con muy poco estilo y aún menos gracia.

En resumen, una Ellen Barkin dispuesta a todo en una película aburrida, con decenas de escenas forzadas, ridículas, sin interés. No hay buenos diálogos ni personajes de los que quisieras algo que destacar, al igual que tampoco se puede hallar un solo ápice de profundidad en alguno de los simples y repetitivos personajes. Concretando más aún, no se nos brinda ningún destello de inspiración aislado que socorra entre tanta mediocridad en algún instante de los cien minutos que dura está tontería.