Tras terminar de ver «K-On!» entro en la página, leo las dos críticas publicadas y me reconcilio de nuevo con el mundo. Pero luego he visto la segunda temporada, así que al no tener fichas individuales me veo obligada a modificar mi crítica.

Moé es la palabra clave. Realmente no tengo nada en contra de todo ese concepto de lo kawai, lo mono, lo bello o incluso lo erótico, pero estamos llegando a un punto en el que se nos ha ido de las manos. Estos cuarenta y un episodios de veinte minutos cada uno que consisten en ver cómo cinco chicas adolescentes aniñadas vestidas de uniforme beben té, se sonrojan, se abrazan, van a la playa, tocan un par de canciones y se ponen orejas de gato son una muy buena muestra de la deriva que está tomando la animación japonesa; y admito que a mí no me gusta. Tiene que haber de todo y para todos, de acuerdo. Es posible que la saturación del mercado con este tipo de productos, que la insistencia en las mismas ideas, que la reiteración de estereotipos, me hagan ser más severa de lo que merece con una serie como esta. No lo sé.

La segunda temporada mejora en la recta final porque añade alguna trama algo más larga (la obra de teatro de Romeo y Julieta) y porque logra transmitir una sincera sensación de nostalgia. La idea de abandonar el instituto para entrar en la universidad era altamente aprovechable y se aprovecha en un par de capítulos conmovedores por momentos que sin embargo no pueden ocultar que el espíritu del anime es el que es: el de chicas monas haciendo monerías. La vida cotidiana elevada a la anécdota donde lo que de verdad importa es recrearse en la dulce y naif belleza de las cinco protagonistas puestas ahí para complacer al espectador.

De Yui, el personaje principal, tenemos serias dudas sobre sus capacidades intelectuales, porque esta chica en serio que es de un infantilismo que asusta, lo que provoca que su hermana pequeña Ui esté sometida a ella de una manera que a mí me da pena. La pobre Ui ni se da cuenta de lo enfermiza que es la relación con su hermana. El resto se dividen entre la rubia dulce, la del pelo corto extrovertida, la guapa seria y la loli del grupo. Hay otros personajes como la que lleva gafas o la profe bipolar.

Todas ellas forman un anime slice of life de instituto absolutamente femenino; es decir: que no hay hombres, lo que es curioso. Tierno, dulce e intrascendente.