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España España · Málaga
Voto de Kaori:
4
Acción Dos hermanos gemelos fueron separados al nacer cuando sus padres fueron asesinados por criminales. Chad fue criado en París y Alex se convirtió en un insignificante ladrón en Hong Kong. Ambos han crecido sin conocer la existencia del otro y se han convertido en expertos en combate. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anda que, anda que... Una película que tenía todas las papeletas para ser un verdadero impacto, y se queda sin gas y sin fuelle, sin ganas, sin nada de nada. Bueno, nada no, que siempre nos quedará Van Damme.

Un Jean-Claude Van Damme en su esplendor físico que hará las delicias de las féminas con buen gusto y despertará la admiración de los varones sin envidias, y que encima nos deleita con distintos looks, vestuarios y estilos, lo que llega a ser lo más interesante de toda la película. Sinceramente, los pantalones rosa del gemelo Chad quedan horribles, pero las camisetas negras del rebelde (y abofeteador, así que muy mal, muy mal) Alex son estupendas. Aunque, ya puestos, lo más sublime es el momento se-me-rompe-la-camiseta-mientras-lucho, donde se aprecia el poder de su hermosa musculatura en acción.

También es verdad, que acción, lo que se dice acción de la buena, no hay. ¿Y qué es «de la buena»? Pues de las patadas de Van Damme, por supuesto, quien se harta de pegar tiros y poner bombas pero, estrictamente hablando, sólo nos ofrece un par de combates, y no muy largos. Hombre, por favor, que no es de recibo, que no es justo que se le desaproveche tanto, tanto, tanto. Que Van Damme tiene que ganar a los malos pegando puñetazos y utilizando sus habilidades en las arte marciales. Imaginemos que a Bruce Lee le hubiera dado por coger una pistola... ¡Ay, madre!, si de sólo pensarlo me da algo.

Además, si es que la trama es ridícula, absurda en su propio planteamiento, con unos hermanos que aceptan sus orígenes y la idea de la venganza como si tal cosa, como si fuese lo más normal del mundo ponerse a matar gente, pero sin que demuestren en ningún momento el dolor que, en teoría, deberían sentir. La historia de intereses empresariales y mafiosos ni la entiendo, ni me importa.

Mi nota se debe al gran Jean-Claude Van Damme en exclusiva. Si fuese otro, ni la hubiera visto.
Kaori
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