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Voto de Kaori:
6

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Terror
Varios jóvenes de una pequeña localidad tienen habitualmente pesadillas en las que son perseguidos por un hombre deformado por el fuego y que usa un guante terminado en afiladas cuchillas. Algunos de ellos comienzan a ser asesinados mientras duermen por este ser que resulta ser Freddy Krueger, un hombre con un pasado abominable. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2012
8 de diciembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incluso hay otra canción aún peor, al menos cuando la escuchas en tu más tierna infancia mientras tus hermanos mayores, sin ninguna misericordia, ponen la serie «Las pesadillas de Freddy»: esa de «Freddy está en tus sueños, también en los míos...». Sin embargo, esto no es la serie; esto es «Pesadilla en Elm Street», primera entrega de una saga inolvidable que marcó toda una época. Nadie, absolutamente nadie, volvió a ponerse un jersey a rayas.
Vista hoy en día, con una edad, pues el tal Freddy no es que de mucha grima, si es que parece hasta tonto. Además, el maquillaje canta mucho. Pero siempre nos quedará la esencia, que es la de las pesadillas que se cumplen. La del Coco que viene a comerte si te quedas dormido, y no al revés. La de los sueños que no dan descanso, la de la maldad por la maldad. La de los miedos nocturnos. La de morir mientras se duerme, sin darse cuenta, sin que los demás sepan que no ha sido algo casual, sino causal: caíste en el precipicio y no abriste los ojos antes del golpe. Dulces sueños.
Curiosísimo ver a un Johnny Depp tan joven que ni mucho menos apuntaba maneras de sex symbol, aunque su muerte nos sigue dejando patidifusos así pasen otros treinta años. El resto del reparto adolescente se debió de quedar dormido en los laureles, porque no se le volvió a ver; cumplen, sin más. La música, muy destacable; los ochenta siempre dan sus buenos frutos.
Muy entretenida, y hasta dará algún repullo, que de eso se trata. Hay que verla.
Vista hoy en día, con una edad, pues el tal Freddy no es que de mucha grima, si es que parece hasta tonto. Además, el maquillaje canta mucho. Pero siempre nos quedará la esencia, que es la de las pesadillas que se cumplen. La del Coco que viene a comerte si te quedas dormido, y no al revés. La de los sueños que no dan descanso, la de la maldad por la maldad. La de los miedos nocturnos. La de morir mientras se duerme, sin darse cuenta, sin que los demás sepan que no ha sido algo casual, sino causal: caíste en el precipicio y no abriste los ojos antes del golpe. Dulces sueños.
Curiosísimo ver a un Johnny Depp tan joven que ni mucho menos apuntaba maneras de sex symbol, aunque su muerte nos sigue dejando patidifusos así pasen otros treinta años. El resto del reparto adolescente se debió de quedar dormido en los laureles, porque no se le volvió a ver; cumplen, sin más. La música, muy destacable; los ochenta siempre dan sus buenos frutos.
Muy entretenida, y hasta dará algún repullo, que de eso se trata. Hay que verla.