Es difícil posicionarse ante el dilema de «Impacto súbito», pero voy a dar un paso adelante: lo que Jennifer (Sondra Locke) hace no está bien. Independientemente de que nos inspire la máxima compasión y comprensión, el mal no puede responderse con el mal. Tanto es así, que el propio Harry tiene todas las intenciones de detenerla, por mucho que le cueste (nos cueste) encontrar la autoridad moral para condenarla. Llegado el momento, es muy posible que Harry ni siquiera se pregunte cuál es su deber como policía, ni si siquiera si su decisión es correcta; probablemente comprenda que cualquier solución al problema planteado es negativa. Que ya no puede haber verdadera justicia cuando la crueldad más abominable se ha manifestado implacable. Que no cabe reparación, ni enmienda, ni final feliz, y que a él sólo le queda, ayudado del azar, no añadir más sufrimiento al sufrimiento.

Un Harry Callahan insatisfecho y desencantado como nunca después de más de doce años de trabajo, aunque el mismo en esencia, protagoniza «Impacto súbito», película dura donde las haya, con un argumento violentísimo donde presenciamos una violación múltiple que pone los pelos de punta. El trasfondo trágico deja pocas licencias para el humor socarrón y los momentos medios simpáticos a los que la saga nos tiene acostumbrados, así que prepárate para asistir a una trama densa con mucho de melancolía. Recta final de infarto, un perrito monísimo llamado Mentecato y un Callahan que vuelve a pasarlas canutas, con paliza incluida.

Harry, eres mi héroe. Sonríe un poquito.