Haz click aquí para copiar la URL
Voto de cineclasico73:
8
Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dulce mirada a través de la vitrina de Tiffany en Nueva York de una bellisima Audrey Hepburn mientras toma un café y come un croissant con el fondo musical de la magistral Moon River del genial Henry Mancini, hacen parte ya de las imágenes icónicas de la historia del cine. Tan simple pero tan profunda. Y sirve de entremés para el desarrollo de una trama de amor que se va construyendo a medida del paso de situaciones que van cimentando las características principales de sus protagonistas, embebidos cada uno en su contorno de aspiraciones, amores y desengaños. Audrey es el ancla de la película. Su infinito carisma, conjugado con la elegancia que la harían leyenda, además de su belleza clásica, le dan a la cinta el toque necesario para que en la historia nunca pase desapercibida. Y es por ella. Ella que contagia a un frío pero cumplidor George Peppard para que por lo menos no desentone estando al lado protagónico de la princesa. Y es por ella, que se solventan ciertos vacíos argumentales, lo que hace de la cinta un agradable ejercicio de romanticismo depurado, que, a pesar de un lamentable Mickey Rooney y, a mi modo de ver, una desaprovechada y escasa participación de una solvente Patricia Neal, debería servir como ejemplo a tanto mal cine de comedias románticas insulsas de hoy en día. Nos conducen, Holly y Paul, a una época y una ciudad donde quisiéramos muchos, haber podido ser testigos y haber estado. O por lo menos es esa la sensación que en particular me deja cada vez que la veo. Es cierto. Es una historia simple. No tiene pretensiones mas que en revindicar las historias de amor en urbes tan colosales como la capital del mundo. Pero con Audrey, con su mirada, con su presencia, con esos hermosos ojos de leyenda, hasta con la dulzura de su voz cuando canta con guitarra en mano la canción central de la película, deja de ser una historia corriente.Lo demás, errores y aciertos, pasan a segundo plano. Blake Edwards supo sacar todo el provecho que la imagen eterna y fresca de Audrey que da en pantalla para compaginarla en la piel de una dama de compañía que vive el día a día mientras encuentra al hombre rico que la pueda sacar de ese estilo de vida. Mientras, y en ese camino de venturas y desventuras, conoce a un escritor que tiene su propia experiencia como gigoló sin mucho querer de una mujer madura, elegante, rica, y atractiva,pero casada, la cual lo solventa mientras saca adelante su carrera bloqueada. No hay mucho más de fondo. Podría pasar como una producción cinematográfica corriente más. Pero con Audrey, eso es imposible, y por eso es inolvidable.
cineclasico73
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow