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Voto de Marty Maher:
5

Voto de Marty Maher:
5
7.0
15,011
Drama
En los años 40, Dalton Trumbo, el guionista mejor pagado de Hollywood y afiliado al partido comunista, disfruta de sus éxitos. Pero entonces comienza la caza de brujas: la Comisión de Actividades Antiamericanas inicia una campaña anticomunista. Trumbo, uno de los llamados "10 de Hollywood", entra en la lista negra por sus ideas políticas y le prohiben trabajar... Biopic del famoso guionista Dalton Trumbo (“Espartaco” o “Vacaciones en ... [+]
24 de abril de 2016
24 de abril de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trumbo corría el riesgo de ser concebida bajo la muy frecuente (y dañina) etiqueta de “película necesaria”. Afortunadamente, y aunque uno de sus objetivos sea presentar los escabrosos hechos que rodearon la figura de Dalton Trumbo, el film de Jay Roach consigue alejarse desde los primeros compases de la intrascendencia cinematográfica que conlleva dicha etiqueta. Eso no quiere decir que no pueda ser intrascendente, o que no haya gente a la que se lo pueda parecer. Pero, en caso de serlo, lo será por motivos muy diferentes. En una decisión muy inteligente, el director estadounidense decide mantenerse fiel al resto de su filmografía; los toques humorísticos son una constante en este drama biográfico, tan alejado de la corriente actual de biopics como cercano al clasicismo de tantísimas películas estrenadas en el lapso de tiempo en que se desarrolla la cinta. Sin alardes de ningún tipo en la puesta en escena, que por momentos resulta incluso algo prefabricada, Trumbo encuentra sus virtudes en la continuidad cronológica y el ritmo de su narración. Y en su descomunal reparto, por supuesto.
En 1943, año en el que arranca la película, el confeso comunista y activista político Trumbo era el guionista mejor pagado de la industria hollywoodiense. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, dio comienzo la Guerra Fría, que enfrentaba a los americanos con la URSS. Este hecho propició una caza de brujas contra cualquier acusado de lo que, según ellos, era el mayor delito que se podía cometer: ser comunista. Estas actividades se extendieron rápidamente a la industria cinematográfica, y algunos de sus miembros de más renombre se pusieron de parte del Comité de Actividades Antiamericanas y su cada vez más insistente campaña anticomunista. Esto acabó con Trumbo y algunos compañeros de profesión (e ideología) condenados a un año de cárcel por luchar abiertamente por sus derechos. Pero Trumbo era un hombre tan especial (escribía mientras fumaba en la bañera) como perseverante, y continuaría firmando guiones para todo tipo de producciones bajo diferentes seudónimos. Sus trabajos en la sombra para Vacaciones en Roma y El bravo fueron premiados con el galardón de la Academia a la Mejor Historia. Pero su trabajo a escondidas no sería recompensando hasta que Kirk Douglas, productor de Espartaco, se atreviera a declarar que la película había sido escrita por Dalton Trumbo. Para suerte de muchos, especialmente del propio guionista, el éxito que cosechó el film de Stanley Kubrick consiguió acabar con el bochornoso trato que recibieron los artistas comunistas en la meca del cine.
El guion de Trumbo, firmado por John McNamara, desarrolla todos los personajes en su justa medida, siendo el motor narrativo de la cinta el propio Trumbo y su carrera como guionista, mucho más importante que las evidentes disputas familiares derivadas de su situación laboral. Esto propicia que la mayoría de personajes se presenten algo desdibujados a excepción de Trumbo, pero las excelentes interpretaciones de todo el elenco de secundarios, conocedores a la perfección de su labor e importancia en la obra, minimizan los problemas que podían haber surgido de la naturaleza de sus propios caracteres. Así pues, se conforma una película coral en torno a la figura del protagonista interpretado notablemente por Bryan Cranston. Todos los secundarios aumentan sustancialmente el nivel de una cinta que podría haber caído en lo rutinario y en lo superficial. Quizá el más inspirado sea un divertidísimo John Goodman como productor de serie B, pero sería injusto menospreciar el trabajo de Helen Mirren, Michael Stuhlbarg, Diane Lane, Louis C.K. o Elle Fanning.
Trumbo no es un trabajo brillante ni un biopic ejemplar, pero sí un notable entretenimiento que combina a la perfección el drama con el humor. Pese a que casi cada escena esté acompañada por algún gag tan oportuno como efectivo, la película no pierde en ningún momento su claro (y ácido) componente denunciatorio y los tintes trágicos de un intervalo de la historia del cine que jamás debería ser olvidado. Un escándalo en el que se vieron implicados muchísimos nombres de importancia en la industria y que a día de hoy aún sigue levantando ampollas. Una película importante, por lo que trata y por cómo lo hace.
En 1943, año en el que arranca la película, el confeso comunista y activista político Trumbo era el guionista mejor pagado de la industria hollywoodiense. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, dio comienzo la Guerra Fría, que enfrentaba a los americanos con la URSS. Este hecho propició una caza de brujas contra cualquier acusado de lo que, según ellos, era el mayor delito que se podía cometer: ser comunista. Estas actividades se extendieron rápidamente a la industria cinematográfica, y algunos de sus miembros de más renombre se pusieron de parte del Comité de Actividades Antiamericanas y su cada vez más insistente campaña anticomunista. Esto acabó con Trumbo y algunos compañeros de profesión (e ideología) condenados a un año de cárcel por luchar abiertamente por sus derechos. Pero Trumbo era un hombre tan especial (escribía mientras fumaba en la bañera) como perseverante, y continuaría firmando guiones para todo tipo de producciones bajo diferentes seudónimos. Sus trabajos en la sombra para Vacaciones en Roma y El bravo fueron premiados con el galardón de la Academia a la Mejor Historia. Pero su trabajo a escondidas no sería recompensando hasta que Kirk Douglas, productor de Espartaco, se atreviera a declarar que la película había sido escrita por Dalton Trumbo. Para suerte de muchos, especialmente del propio guionista, el éxito que cosechó el film de Stanley Kubrick consiguió acabar con el bochornoso trato que recibieron los artistas comunistas en la meca del cine.
El guion de Trumbo, firmado por John McNamara, desarrolla todos los personajes en su justa medida, siendo el motor narrativo de la cinta el propio Trumbo y su carrera como guionista, mucho más importante que las evidentes disputas familiares derivadas de su situación laboral. Esto propicia que la mayoría de personajes se presenten algo desdibujados a excepción de Trumbo, pero las excelentes interpretaciones de todo el elenco de secundarios, conocedores a la perfección de su labor e importancia en la obra, minimizan los problemas que podían haber surgido de la naturaleza de sus propios caracteres. Así pues, se conforma una película coral en torno a la figura del protagonista interpretado notablemente por Bryan Cranston. Todos los secundarios aumentan sustancialmente el nivel de una cinta que podría haber caído en lo rutinario y en lo superficial. Quizá el más inspirado sea un divertidísimo John Goodman como productor de serie B, pero sería injusto menospreciar el trabajo de Helen Mirren, Michael Stuhlbarg, Diane Lane, Louis C.K. o Elle Fanning.
Trumbo no es un trabajo brillante ni un biopic ejemplar, pero sí un notable entretenimiento que combina a la perfección el drama con el humor. Pese a que casi cada escena esté acompañada por algún gag tan oportuno como efectivo, la película no pierde en ningún momento su claro (y ácido) componente denunciatorio y los tintes trágicos de un intervalo de la historia del cine que jamás debería ser olvidado. Un escándalo en el que se vieron implicados muchísimos nombres de importancia en la industria y que a día de hoy aún sigue levantando ampollas. Una película importante, por lo que trata y por cómo lo hace.