Pocas nueces. Cada vez voy teniendo más claro que el cine se hizo marketing y acabó con nosotros.
Un intento sensiblero y buenista de cuento mágico, pero sin magia. Cierto que de ahora en adelante no comeré nunca más ancas de rana, porque los pobres anfibios también tienen derecho a ser felices, incluso a comer huevos duros y a follar.
El malo está muy bien conseguido, porque lo es sin mezcla de bien alguno, parece un nazi de los de película americana serie B antigua.
Los buenos, como la mudita, son ángelicos y, desde luego, muy limpios.
Yo siempre había seguido con interés a Guillermo del Toro, pero lo que es en películas tan elementales y ramplonas no me la da con queso.
En serio: un guión de muy escasa calidad estética, seguido de una dirección carente de ritmos y maneras, con una dirección de arte chapucera y costosa. Pues que la disfruten los que consigan llegar hasta el final sin salirse al bar de la esquina a comerse un bocadillo de calamares con su cañita.