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Voto de Grandine:
7

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6.6
57,004
Terror
Varios jóvenes de una pequeña localidad tienen habitualmente pesadillas en las que son perseguidos por un hombre deformado por el fuego y que usa un guante terminado en afiladas cuchillas. Algunos de ellos comienzan a ser asesinados mientras duermen por este ser que resulta ser Freddy Krueger, un hombre con un pasado abominable. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2009
18 de octubre de 2009
60 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todos, cuando era un enano, servidor también tenía sus propias pesadillas, pesadillas que contemplaban personajes como los Gremlins, los Critters o el mismísimo Freddy Krueger. Sin embargo, sentarse a ver la película de Joe Dante o a aquellos ovalados seres con mucha mala leche cualquier vez que repitiesen por enésima vez en la programación películas tan míticas como las que dan nombre a esos monstruos y alienígenas formaba parte casi de una tradición, y el terror que pudieran infundir durante aquellos años se veía reducido con cada visionado, sin embargo, en cuanto las cuchillas de Freddy aparecían en pantalla, yo desaparecía del comedor o del lugar donde quisiese que la estuviesen emitiendo, porque hay cosas que a uno le aterrorizaban más que nada, y ver como unas cuchillas aparecían de entre las sábanas para llevarse al mundo de los muertos a chavales de escasa edad era una pesadilla recurrente entre las mías, así que durante mi infancia jamás llegué a compartir más de cinco minutos seguidos en una misma sala con Freddy Krueger en pantalla.
Pasados los años, y dejados atrás los temores que abarcaban otros personajes como el Alien de Ridley Scott (que también me hacía huir por peteneras), jamás le di cancha a esa congoja que constituía la peli de Wes Craven para mi, y aun siendo gran seguidor del género en que se enmarcaba la propuesta, nunca encontré el momento para dirigirme a la primera de una saga que se prolongó como tantas otras.
Tras tanto tiempo, este año me topé con una posibilidad única: poder ver "Pesadilla en Elm Street" por primera vez en pantalla grande, y no la desaproveché, pues ver obras así en esas condiciones es, además de una gozada, un auténtico lujo.
Una vez llegado el día y la hora, y ya dentro de la sala, tras un pequeño inciso en forma de documental, las luces se apagaron y llegó el momento de enfrentarme a mi casi némesis infantil. A partir de ese momento, nada iba a ser igual, iba a desafiar un miedo que me perseguía desde pequeño y que, desde el primer minuto de la cinta de Craven, ya no sólo constituía una pesadilla para mi, sino también para los personajes que deberían luchar contra una figura que, por méritos propios, ya es algo más que un mito.
Los minutos pasaban, y el disfrute sólo hacía que aumentar: no únicamente la premisa original del cineasta americano hacía de su film una pequeña delicia, también encajaban a la perfección personajes como el de la madre alcohólica que daban el contrapunto cómico necesario.
(La pesadilla termina en el Spoiler...)
Pasados los años, y dejados atrás los temores que abarcaban otros personajes como el Alien de Ridley Scott (que también me hacía huir por peteneras), jamás le di cancha a esa congoja que constituía la peli de Wes Craven para mi, y aun siendo gran seguidor del género en que se enmarcaba la propuesta, nunca encontré el momento para dirigirme a la primera de una saga que se prolongó como tantas otras.
Tras tanto tiempo, este año me topé con una posibilidad única: poder ver "Pesadilla en Elm Street" por primera vez en pantalla grande, y no la desaproveché, pues ver obras así en esas condiciones es, además de una gozada, un auténtico lujo.
Una vez llegado el día y la hora, y ya dentro de la sala, tras un pequeño inciso en forma de documental, las luces se apagaron y llegó el momento de enfrentarme a mi casi némesis infantil. A partir de ese momento, nada iba a ser igual, iba a desafiar un miedo que me perseguía desde pequeño y que, desde el primer minuto de la cinta de Craven, ya no sólo constituía una pesadilla para mi, sino también para los personajes que deberían luchar contra una figura que, por méritos propios, ya es algo más que un mito.
Los minutos pasaban, y el disfrute sólo hacía que aumentar: no únicamente la premisa original del cineasta americano hacía de su film una pequeña delicia, también encajaban a la perfección personajes como el de la madre alcohólica que daban el contrapunto cómico necesario.
(La pesadilla termina en el Spoiler...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando, tras un apoteósico final, muestras de un sentido del humor fabuloso ("¿Donde van con esa camilla? Mejor traigan una fregona"), un desatado y maravilloso Robert Englund, y otro de esos protagónicos femeninos (junto a Laurie Strode de "Halloween") que conservaré en la memoria por mucho tiempo, las luces se encendieron, ya sólo podía declararme, como tantos otros, absoluto seguidor de una película que, a partir de aquel mágico visionado, había pasado a formar parte de mis predilectas del género. Y eso es algo que bien pocas películas pueden conseguir.