Si Lucas y la trilogía de "La guerra de las galaxias" nos hicieron volver a creer y a amar el cine tras algo más de un lustro lleno de desencantos y decepciones, Spielberg y la trilogía de "Indiana Jones" nos devolvieron la figura del héroe sencillo, lleno de vigor y que no se arredra ante nada. Harrison Ford no era, desde luego, ni John Wayne, ni Errol Flynn, ni Johnny Weismuller. Pero lo necesitábamos. Nos bastaba su barba mal afeitada y su látigo.
"En busca del arca perdida" narra la historia de un profesor de arqueología que, aparte de dar clases en la Universidad, se dedica a buscar los más increíbles objetos por los lugares más recónditos del mundo.
Una excelente idea, un estupendo guión, un personaje central tremendamente carismático y una acción alocada y trepidante, nos devolvieron un tipo de cine que pensábamos que ya no volvería. Spielberg siempre fue un genio que sabía que había que nutrirse de los grandes clásicos para crear obras, quizás menores, pero que nos devolverían los sueños, las ilusiones y hasta los valores. No sólo eso hay que agradecerle a Spielberg. Es que, además, muchas de sus películas permanecerán, en su momento, como grandes clásicos, como obras maestras, casi al mismo nivel que las que él admiró.
Lucas comenzó el camino pero se paró enseguida. Spielberg lo relevó y ha ido llenando el camino de cabañas acogedoras y confortables para que entremos nosotros a descansar de vez en cuando.