* Los, obvio, sorpresa, sorpresa, católicos hispanos mueren, no ha lugar en el paraíso para los infieles, lo impuros, los espurios, los no arrepentidos o refractarios, los recalcitrantes o puñeteros, deben pagar sus pecados, el pecado de equivocarse en la más esencial elección, quedarse/permanecer para siempre en el fondo, el infierno, su sitio/sino, herejes, deben purgar su error originario, el erre que erre (subordinación, pleitesía) con la puta babilónica de roma, la romana, el sostenella y no enmendalla.
- Estoy sola, no tenía pasaje y quería ver a mi hermano enfermo, por lo que conocí a un chico en un bar que me ofreció el viaje a cambio de compartir cama, era encantador (se lamenta, no lo dice con ningún asomo de ironía o asco queja, cómo se nota, a leguas, nudos, millas náuticas, que esta película, fechada en 2006, es previa a la cruzada integrista tan reciente, a la censura feroz puritana neoconservadora que nos atiza asola, es decir, habla de prostitución como si tal cosa, y de un chico o andoba, su chulo o abusador, pintan calva la ocasión, ese fulano, como un tipo encantador, sal en la herida, además de que así, majete, los deja pasar a todos antes que a él mismo, generoso a muerte, nos lo presentan, por no hablar de que en esta ocasión las chicas o mujeres ni la o con un canuto, ni una a derechas o izquierdas, ni un clavo en su sitio, son/suponen una carga lastimosa, fardo ignominioso, afrenta, van con el enemigo, con la muerte y el agua, no nos salen las cuentas, nada aportan, ni ideas ni cuerpo, ni teoría ni praxis, ni filosofía ni parda gramática, en babia, ahí me las den todas, las primeras para escapar, las últimas en proponer o conseguir, en fin, corramos un tupido velo, no hagamos sangre con/de todo ello, con tan tremenda perspectiva de género que me enciendo, cojo la antorcha y a lo bonzo me quemo, con la moral que corre que se las pela y en apenas diez años ni su ramera madre ya la conoce o entiende, transformada entera, de arriba abajo, para que siga igual de provechosa, edificante y verdadera que siempre).
Piensas en Gene Hackman y Shelley Winters y Ernest Borgnine y te quedas hecho un ovillo o trapo, haces aguas menores y mayores, te quieres tirar a la piscina vacía con tu prima o vecina sin flotador ni nada, a pecho descubierto, cómo hemos cambiado, de peor en peor hasta la final derrota, la raza degenera en progresión aritmética, cuánta desgracia y felonía, ni en botica.