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Voto de Ferdydurke:
4
7.1
13,977
Comedia. Drama
Santiago después de levantarse baja a la cocina, donde lo espera toda la familia para felicitarlo: es su cumpleaños. Todos le cantan el "Feliz cumpleaños", y él empieza a abrir los regalos; cuando le toca el turno al de su hijo pequeño, se enfada y dice que no le gusta. (FILMAFFINITY)
22 de enero de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amsterdan. Repulsión.
Juan Luis y Amparo y Ágata y la enorme Raquel Rodrigo y André Falcon ya murieron, descansen en paz, el pequeñajo no tan gordo ni mucho menos y el hermano mayor de la coleta y la que en la casa se cuela in medias res en combate o para la causa que yo sepa desaparecieron, solo nos quedan Elena que tenía ojos grandes como platos y era tan guapa aunque aquí haga un personaje un mucho desagradable, a la rica y continua queja, y Chete Lera, grande entre los grandes, infravalorado, nunca suficientemente ponderado.
Juan Luis y Amparo y Ágata y la enorme Raquel Rodrigo y André Falcon ya murieron, descansen en paz, el pequeñajo no tan gordo ni mucho menos y el hermano mayor de la coleta y la que en la casa se cuela in medias res en combate o para la causa que yo sepa desaparecieron, solo nos quedan Elena que tenía ojos grandes como platos y era tan guapa aunque aquí haga un personaje un mucho desagradable, a la rica y continua queja, y Chete Lera, grande entre los grandes, infravalorado, nunca suficientemente ponderado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Diatriba feroz contra los actores, los odia (u odiaba) a muerte de Aranoa, los pone en la picota, lo que es la rabia, los humilla y sin compasión fustiga, noche y día, los retrata como tarados y lerdos, llenos de inseguridades y miedos, incapaces de aprenderse unas pocas líneas dignamente y alérgicos a cualquier posibilidad mínima de improvisación, sin ingenio ni talento, vendidos al mejor postor, dispuestos a acostarse por (casi) nada con el pagador o entre ellos a la menor y sin ningún motivo, absurda ocasión, traicioneros compañeros, frívolos y superficiales, a palos todo el rato, majaderos, negados y mediocres y un larguísimo etcétera que no acabaríamos nunca si malamente nos ponemos.
Empieza bien, quince minutos, hasta que se descubre el pastel y todo se echa progresivamente a perder, tendrían que haber aguantado más, hasta muy al final, jugar con la ambigüedad, postergar, despertar tarde ya. Es un corto alargado artificialmente que, a partir de un primer momento, supone un alargamiento innecesario de situaciones o escenas que no vienen a cuento para llegar como sea a los reglamentarios/obligatorios noventa o cien minutos que mandan los cánones o marcan las normas del en cines estreno. Todo se vuelve o muy ridículo o muy increíble, no digamos ya nada con la aparición espantosa de la actriz francesa (horroroso doblaje mediante al que hay que sumar o añadirle la estrepitosa banda sonora que se mete al mogollón en medio de la conversación), como francés es Martín también (otro doblaje atroz), que añade disparate al en ciernes desastre. Se mete sexo porque sí, para hacer bulto y llamar la atención, para que no se duerma el personal, y conflictos maritales de chichinabo, se ahogan en un vaso de agua, todo sea para intentar desesperadamente darle vidilla al invento que se nos muere de pena o aburrido entre las manos, se escurre por el sumidero. Solo al final mejora levemente con la muerte de la mamá que ya no cumple 100 años, cuando se nos dice o cuenta, menuda morrocotuda sorpresa, que todos, la intrusa también, eran actores de medio pelo, cómicos de la legua, hasta el apuntador, y el subvencionador privado les aplaude con denuedo, placer y juego y aquí paz y después gloria si de una vez por todas se pone en marcha, arráncala, carlos, la puta fergoneta y no cae el ángel exterminador allí de repente, encerrados en esa vivienda amplia para siempre, como en casa, en ninguna parte.
Pero hasta ahí yo le pongo pegas, dos gordas concretamente:
- Que no aclararan debidamente que Juan Luis Galiardo era también un actor pagado por otro, esa del infierno cadeneta, de hecho, el mejor, con mucha claridad, de todos, clave fundamental para poder entender esta historia, sin la cual no tiene el más mínimo sentido, sea, que todos lo somos, y gratis, por amor al arte, nos tocó en suerte, nadie se salva o libra, nadie está fuera o dentro, es mismo meollo compartido, la única diferencia es que unos lo hacen mejor que otros, se meten en o se creen más su papel, recitan mejores o peores textos, más sabrosos o cochambrosos, son más o menos profesionales/cerebrales, pasionales, austeros o histéricos y todas esas alegres cosas que nos adornan con gracejo.
- Y, por supuesto, no puedo estar más en desacuerdo con la frase final que dice que es mejor mal acompañado que solo, que quien lo probó, lo sabe, ya que es justo al revés, no tendría que ser necesario decirlo, pero bueno, ahí vamos, para eso vinimos y estamos, las verdades del barquero, pepito grillo, no, hijo, no, mucho mejor solo, siempre, en cualquier lugar y circunstancia, dónde va a parar, que bien acompañado, faltaría más, esa es la única realidad, la madre del cordero, el gran secreto del universo (Carl Sagan), lo que todos ocultan (las fuerzas vivas) y provoca (el no asumirlo y huir de ello con vergüenza y miedo) los más abominables problemas, lo que nunca te dirán los más grandes expertos que abarrotan los más independientes noticieros.
Empieza bien, quince minutos, hasta que se descubre el pastel y todo se echa progresivamente a perder, tendrían que haber aguantado más, hasta muy al final, jugar con la ambigüedad, postergar, despertar tarde ya. Es un corto alargado artificialmente que, a partir de un primer momento, supone un alargamiento innecesario de situaciones o escenas que no vienen a cuento para llegar como sea a los reglamentarios/obligatorios noventa o cien minutos que mandan los cánones o marcan las normas del en cines estreno. Todo se vuelve o muy ridículo o muy increíble, no digamos ya nada con la aparición espantosa de la actriz francesa (horroroso doblaje mediante al que hay que sumar o añadirle la estrepitosa banda sonora que se mete al mogollón en medio de la conversación), como francés es Martín también (otro doblaje atroz), que añade disparate al en ciernes desastre. Se mete sexo porque sí, para hacer bulto y llamar la atención, para que no se duerma el personal, y conflictos maritales de chichinabo, se ahogan en un vaso de agua, todo sea para intentar desesperadamente darle vidilla al invento que se nos muere de pena o aburrido entre las manos, se escurre por el sumidero. Solo al final mejora levemente con la muerte de la mamá que ya no cumple 100 años, cuando se nos dice o cuenta, menuda morrocotuda sorpresa, que todos, la intrusa también, eran actores de medio pelo, cómicos de la legua, hasta el apuntador, y el subvencionador privado les aplaude con denuedo, placer y juego y aquí paz y después gloria si de una vez por todas se pone en marcha, arráncala, carlos, la puta fergoneta y no cae el ángel exterminador allí de repente, encerrados en esa vivienda amplia para siempre, como en casa, en ninguna parte.
Pero hasta ahí yo le pongo pegas, dos gordas concretamente:
- Que no aclararan debidamente que Juan Luis Galiardo era también un actor pagado por otro, esa del infierno cadeneta, de hecho, el mejor, con mucha claridad, de todos, clave fundamental para poder entender esta historia, sin la cual no tiene el más mínimo sentido, sea, que todos lo somos, y gratis, por amor al arte, nos tocó en suerte, nadie se salva o libra, nadie está fuera o dentro, es mismo meollo compartido, la única diferencia es que unos lo hacen mejor que otros, se meten en o se creen más su papel, recitan mejores o peores textos, más sabrosos o cochambrosos, son más o menos profesionales/cerebrales, pasionales, austeros o histéricos y todas esas alegres cosas que nos adornan con gracejo.
- Y, por supuesto, no puedo estar más en desacuerdo con la frase final que dice que es mejor mal acompañado que solo, que quien lo probó, lo sabe, ya que es justo al revés, no tendría que ser necesario decirlo, pero bueno, ahí vamos, para eso vinimos y estamos, las verdades del barquero, pepito grillo, no, hijo, no, mucho mejor solo, siempre, en cualquier lugar y circunstancia, dónde va a parar, que bien acompañado, faltaría más, esa es la única realidad, la madre del cordero, el gran secreto del universo (Carl Sagan), lo que todos ocultan (las fuerzas vivas) y provoca (el no asumirlo y huir de ello con vergüenza y miedo) los más abominables problemas, lo que nunca te dirán los más grandes expertos que abarrotan los más independientes noticieros.