Media votos
4.3
Votos
2,839
Críticas
2,838
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
4
19 de marzo de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duele en el alma, da grima, pena y hasta vergüenza, asco, incluso colea la náusea, cuando quieres ser cruel con una película tan blandita y bonita, tan buenita y tontita, tan delicadamente aburrida y sofisticadamente vacía, tan inteligente y relamida, que posee un humor tan aséptico y desinfectado.
Habría que ser muy mala persona, tener toneladas de rencor acumulado, de bilis almacenada, de odio reconcentrado para atacar a este cachorrito recién nacido, tan cuidadito y ya abandonado.
Deberías ser apartado de entre los hombres si te atrevieras a levantar la mano o escupir tu veneno de lengua viperina contra esta flor de primavera recién regadita y tan soleadita.
En fin, seguro que nadie es así, tendré que ser yo (esa incómoda ficción) el que, para variar, las mangas se arremangue, al barro eche o me manche las manos con la sangre virgen de mil vestales sacrificadas en el altar de mi horror crítico. Todo sea por el bien y la belleza. Todo sea por vosotros, mi amado pueblo.
Soledades y vacíos. Los que todos llevamos dentro más o menos disimulados o acrisoladaos, arropados o resignados. De eso se trata aquí, de ese desgarro metálico, de esa punzada de frío fiero, atroz.
Un insolidario ciclista y de pronto inválido convertido en fotógrafo del pánico, de raíces y querencias eastwoodianas, hace la corte nocturna, galantea alevosamente a enfermera fumadora que se muere de frío y pena. Un adolescente huérfano, riguroso y muy indiferente cuida y mima a actriz desarmada, caótica y un tanto deprimida. Mientras cae un astronauta de un cielo muy estrellado en la casa de una buena señora y madre que ya no tiene ni nene ni nanas. Seis personajes en busca de amor.
Todo muy tierno, naíf y primoroso. Con un sonido de fondo, como tigre enjaulado, chirrido o alteración imperceptible que avisa del peligro de estos seres arrojados a la nada y el silencio.
¿Nos querremos más esta vez, como si fuera por primera vez?
Seguro que con películas como esta arrecia menos la pena.
Que si no viene la Huppert y nos mira con su cara de acelga, con su sonrisa triste, con sus pecas bellas, con su malicia ingenua, con su guapura vieja, con su oficio siempre aficionado y su presencia eternamente omnipresente.
Que si no Michael Pitt volverá a caer críticamente, como ángel exterminador tal vez. Espero que no. Por favor.
Habría que ser muy mala persona, tener toneladas de rencor acumulado, de bilis almacenada, de odio reconcentrado para atacar a este cachorrito recién nacido, tan cuidadito y ya abandonado.
Deberías ser apartado de entre los hombres si te atrevieras a levantar la mano o escupir tu veneno de lengua viperina contra esta flor de primavera recién regadita y tan soleadita.
En fin, seguro que nadie es así, tendré que ser yo (esa incómoda ficción) el que, para variar, las mangas se arremangue, al barro eche o me manche las manos con la sangre virgen de mil vestales sacrificadas en el altar de mi horror crítico. Todo sea por el bien y la belleza. Todo sea por vosotros, mi amado pueblo.
Soledades y vacíos. Los que todos llevamos dentro más o menos disimulados o acrisoladaos, arropados o resignados. De eso se trata aquí, de ese desgarro metálico, de esa punzada de frío fiero, atroz.
Un insolidario ciclista y de pronto inválido convertido en fotógrafo del pánico, de raíces y querencias eastwoodianas, hace la corte nocturna, galantea alevosamente a enfermera fumadora que se muere de frío y pena. Un adolescente huérfano, riguroso y muy indiferente cuida y mima a actriz desarmada, caótica y un tanto deprimida. Mientras cae un astronauta de un cielo muy estrellado en la casa de una buena señora y madre que ya no tiene ni nene ni nanas. Seis personajes en busca de amor.
Todo muy tierno, naíf y primoroso. Con un sonido de fondo, como tigre enjaulado, chirrido o alteración imperceptible que avisa del peligro de estos seres arrojados a la nada y el silencio.
¿Nos querremos más esta vez, como si fuera por primera vez?
Seguro que con películas como esta arrecia menos la pena.
Que si no viene la Huppert y nos mira con su cara de acelga, con su sonrisa triste, con sus pecas bellas, con su malicia ingenua, con su guapura vieja, con su oficio siempre aficionado y su presencia eternamente omnipresente.
Que si no Michael Pitt volverá a caer críticamente, como ángel exterminador tal vez. Espero que no. Por favor.