Imaginaos por un momento, avive el seso y despierte, tratad de hacer un hueco en vuestro cerebro lleno de problemas y preocupaciones, merecerá la pena, que extrajésemos las esencias mismas, el zumo vital, el elixir de su eximia inmortalidad, de nuestros superhéroes favoritos, pongamos que hablo, por nombrar solo los más exquisitos de entre todos, de Argos el ciego (cien ojos para nada), de Tiresias el trágico (adivina adivinanza), de Daredevil (temido y temerario) y de Borges (elevado y lúcido), qué cuarteto de gloria, de lo intelectual a lo físico, reunidas todas las edades del hombre con sus diversos acomodos y posibilidades, pensamiento, acción, destreza, elegancia, donosura, en fin, el súmmum, la espuma de la cerveza y el aceite de la vida. Pues el siguiente paso sería hacer un concentrado de todos, una papilla hermosa, y de lo que saliera, que sería cosa buena, seguro, hacer un hombre, el hombre, un rey, un Dios. Ya tenemos el primer ingrediente, el héroe malo de esta obra, el villano sin parangón, el exmilitar americano, casero de vocación, padre en su sentir y artista mayor en todo lo referido a simientes, semillas, nutrientes, fluidos y mezclas, genetista primoroso, químico al natural y empírico pétreo. Ya no quedaría más que buscar a sus némesis, antónimos, antinomia o rivales. Y ahí casi que nos da igual ya que son puro relleno, morralla carnicera, morcillas humanas, bulto y susto, gritar y correr. Muerte prematura, lloros y llantos. Avaricia y Estupidez. Es decir, macho alfa como tonto de baba; hembra pundonorosa que le acompaña con más luces pero tampoco sobrantes y pagafantas o sujetavelas, palmero y voyeur, enamorado anhelante de ciertos "conocimientos" técnicos y de muy poco seso igualmente. Y por supuesto, el cancerbero, el perro del Hades, del infierno mismo, carnavalero y titánico, bastante tonto también, para qué nos vamos a engañar, no iba a ser excepción el pobre animal, el medio condiciona y lima.
Y ahora el modo. Sin novedad en el frente. Lo mismo de siempre. Estructura binaria y a dormir. A-B. Más simple que un tortazo o cagarse en todo. Uno-Dos. Un pasito pa'lante, María, un pasito pa'tras. Sí-No. O al revés. Me salvo-Me muero. Me coge-Me largo. Me acribilla, espachurra, aplasta (como gusano), saetea, parte (como lombriz). O me escapo, me las piro, encuentro ventana, puerta, luz, salida. Esperanza o Muerte. Y así todo el rato. Hasta el final. Me tenéis que creer. Os lo juro. Yo lo vi. Era así. Que sí. Negro-Blanco. Una y otra vez la puta martingala, nos toman por el pito del sereno.
Y al final es lo que pasa; que uno va al cine (o se acurruca en la oscuridad alevosa de su casa) con la sanísima intención de pasar miedo agónico y obtener de paso sensaciones claras y distintas, de terror a ser posible, algo que te sacuda el espinazo, un crujir de dientes, no es mucho pedir, y nada, que al del rato, media hora siendo muy generoso, ya te lastra y merma ese discurrir periclitado y tan limitado, solo te quedas a verla por afán completista y allanado entre cierta sorna y simpatía, descojonado, agradecido finalmente, apreciando que la vida, y el arte, seguramente no sean tan complejos, caóticos y desquiciantes como a veces aparentan los cabrones, que no, que todo es sencillo y previsible en verdad, que hasta los más malos, los peores casos, dan risa y pena, los ves venir y les echas una moneda compasiva, de pura pena, y eso que te llevas al alma, esa sabiduría recién adquirida y tanto tiempo buscada, esa calma chicha que nadie te quita, que te adorna con tanta hermosura, ese orgullo del que sabe que nada importa y todo sobra, y ahora que te vengan con pamemas, ja.
Artificio artificioso medio nada, bonachón, esmerado y humilde como manta zamorana, rancho de caballa.