Supongo que hay que ser un fan incondicional del famoso bicho extraterrestre o acercarse por primera vez a la saga para disfrutar de su enésima explotación y tercera de Scott ya sea con la franquicia original  o sus derivados como "Life" (Daniel Espinosa / 2017). Los demás, que supongo somos muchos más, estamos un poco cansados de ver la misma película una y otra vez.
A sus 80 años Scott parece emular a esos grupos famosos de música que llegada una edad y ante la falta de nuevas composiciones deciden tirar de nostalgia y editan un "Grandes Éxitos" para seguir vivos en nuestra memoria y de paso hacer algo o mucho  de caja, Porque a la postre esta "nueva" entrega del "mandíbulas" no es otra cosa que eso, un popurrí de elementos comunes, una clonación, que lógicamente a estas alturas carece de la sorpresa y la frescura que supuso en el género el mítico original de hace ya 38 años.

Hubo un tiempo en que por muy floja que fuese una película, le dabamos un pase porque tenía unos efectos especiales espectaculares. A estas alturas del mundo digital, sin quitar mérito por ello, ya no es un factor desequilibrante sino una exigencia básica que se le supone a cualquier productora que se precie como esta del propio Scott. Toda la parafernalia mil veces vista a saber del diseño exterior e interior de las naves, el espacio, los mundos, los trajes espaciales y gadgets diversos del género nos siguen entreteniendo en los primeros minutos pero luego queremos una historia y unos personajes que nos mantengan en la butaca con una mínima capacidad de sorprendernos y emocionarnos. Y no es el caso. 

Todo es tan previsible..., el guión tan disparatado e ineficaz como esa tripulación inconcebible y carente del mínimo carisma que ya sabemos que solo son la merienda del monstruo. La escena de la ducha produce sonrojo, así como todo el tramo final ofreciendo la peor cara de un Scott cuya filmografía por otro lado siempre fue irregular.

Y luego está Fassbender que va por libre como en algunos de sus últimos títulos, en los que parece que disfruta con sus composiciones al margen de todo lo demás. La ciencia ficción espacial debería poner en barbecho al alien, dejarle hibernar y descansar una buena temporada para que los guionistas se embarquen en su "Enterprise" particulares y exploren nuevos mundos y posibilidades, hasta que inevitablemente el octavo pasajero vuelva a despertar.

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