Atempera su excesos Lanthimos, con todas las comillas que se quiera, en este su segundo largometraje bajo bandera británica.  Sus "pajas mentales", otra vez las comillas, sus coqueteos con el surrealismo y su notable esteticismo acaban dando un resultado que personalmente y hasta la fecha no acaban de convencerme. Odiado y encumbrado a partes iguales el director griego, como ya he comentado en cierta ocasión, tiene al menos la virtud de agitar el cotarro.

Nos sorprende ahora con una película de género, de época (comienzos del XVII), basada libremente en hechos reales y con un guión que por primera vez no es suyo. Parece Lanthimos divertirse con el proyecto, jugueteando con la cámara, los objetivos, los travellings....mientras que su equipo artístico lo borda con el ambiente, el vestuario, la iluminación, las atmósferas, espacios, looks y actitudes cuyas distancias anacrónicas paradojicamente encuadran a la perfección con la época que recrean. La labor de la diseñadora de vestuario Sandy Powell haciendo de la necesidad virtud, dado que había que ahorrar presupuesto, es superlativa y más si se tiene en cuenta que en paralelo trabajaba en el diseño del vestuario de "El regreso de Mary Poppins". Su capacidad para reciclar tejidos que nada tienen que ver con la época, respetar los conceptos y trasladarnos a ese XVIII imaginado es magistral. No se llevó el Oscar que fue para los "wakandos" pero en sus vitrinas ya tiene 3 y 11 nominaciones. Casi na.

Y dicho lo cual, el director se aparta en la medida de lo posible y deja, afortunadamente, que tres actrices en estado de gracia (Colman, Weisz, Stone), se despellejen unas a otra y den todo un recital de composición de personajes no biográficos, sino portadores de sentimientos y emociones, pelín caricaturescos, pelín surrealistas (marca Lanthimos) que se comen la pantalla ellas solitas. Una gozada que ya de paso nos invita a indagar en la realidad histórica de la reina Anne primera soberana de Gran Bretaña última de la dinastía de los Estuardos que parió y se le murieron antes de los dos años dieciocho hijos, de su confidente y favorita Sarah Churchill (Winston Churchill y Diana de Gales fueron descendientes suyos) y de su prima Abigail Masham que acabó por "destronar" a su prima ocupando su puesto junto a la reina, hasta que esta falleció en 1714.

Olivia Colman se llevó el Oscar por su interpretación de la reina. Deberían habérselo dado a las tres.

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