La dolce vita, a pesar de su metraje, es una película que se puede ver en partes, pues son diferentes historias con un común denominador que es el periodista, encarnado por Marcello Mastroianni. Para mi, el capítulo que me encantó fue el de Anita Ekberg, quien fue para Fellini, su musa inspiradora. De ella dijo “Eres mi imaginación hecha realidad” al conocerla en Roma, en 1959. Era como si una de sus estrambóticas caricaturas se hubiera encarnado en la figura rotunda de esa mujer. Era exactamente como la había soñado, el personaje de Sylvia convertido en una mujer real. Todo un buen presagio para La dolce vita,que gracias a su presencia, inmortalizó este film, convirtiendo la famosa escena de la fontana di trevi en un icono mundialmente conocido.