Es una crítica mordaz, incisiva, corrosiva y profética sobre la manipulación, la falta de escrúpulos y la inmoralidad de los productores, directivos y responsables de los medios de comunicación de masas (televisión). El toque satírico de Lumet está más que presente y la calidad de los diálogos es apabullante.
Junto a "Tarde de Perros" conforma una duología satírica sobre los mass media (aunque mejor la de Al Pacino "Sonny").
El problema de esta película es que es bastante reiterativa, aburrida y, el exceso de pretenciosidad de ese Dios profético neurótico, queda anulado por su propia medicina. También se le da más peso a los secundarios que al propio Finch (en teoría, Duvall, Holden y Dunaway) y se regodea en demasía en su romance (algo innecesario sin duda alguna).
El paso del tiempo nos ha dado la razón, la televisión está muerta y su alcance en la actualidad es residual. Gran parte de su programación es demencial y, sobrevive gracias a algún reality, noticiarios y retransmisiones deportivas.
Prácticamente la gente disfruta más con sus móviles, tablets, canales de pago de cine (o series) y, en un futuro próximo, del metaverso. En esos medios es donde está el peligro y la capacidad de dominar y manipular a la gente hoy en día.
La televisión en un par de décadas casi ni existirá y su poder quedará relegado al ámbito doméstico infantil o envejecido.