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Comedia. Drama
Truman Burbank es un hombre corriente y algo ingenuo que ha vivido toda su vida en uno de esos pueblos donde nunca pasa nada. Sin embargo, de repente, unos extraños sucesos le hacen sospechar que algo anormal está ocurriendo. Todos sus amigos son actores, toda su ciudad es un plató, toda su vida está siendo filmada y emitida como el reality más ambicioso de la historia. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2011
25 de febrero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Show de Truman consiguió que la gallina de los huevos de oro fuera a la vez de una portentosa y profunda cinta, un entretenimiento que agradó por igual a crítica y espectadores de los más amplios espectros. Hasta la fecha, la obra más importante de Peter Weir, que aúna esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, y el guión más original que entre las manos haya tenido el señor Andrew Niccol (Gattaca, La Terminal).
La idea, aparte de ser original, hace del camino del protagonista una sátira de la mediatización de la sociedad, que hija de la tele, muestra su cara más desagradable al público. Cruda y tenaz pero tremendamente verosímil, la interpretación del señor Carrey le aleja de sus más menospreciadas obras, y le encumbra a una posición a la que no estamos acostumbrados, sensacional y alejado de Ed Harris, él solo se come la película entera porque es un fiel reflejo de su personaje. Es curioso que hayan elegido a Jim Carrey para este papel cuando la industria hace con él lo que Ed Harris, lo deforma, lo presiona y lo moldea para construir con un producto de entretenimiento. La intepretación de Carrey es una odisea a su propia vida y un reclamo de libertad, que, obviamente, nunca será reconocido.
La trama está muy bien ungida y se convierte en un lío tan original como monumental, y muy bien filmado. Las tramas secundarias metidas con cuña para recrear el variopinto surtido de escenas caóticas que se pueden dar dentro de un reality show, parecen más una recopilación de tomas falsas del diario de Patricia que una película de Peter Weir solo que aquí te las crees más. La parábola escénica que encierra a Jim Carrey en su propia vida resulta agobiante, y es una sensación solo heredera de la inigualable Atrapado en el tiempo.
El experimento se completa así con una poderosa fotografía pero nada del otro mundo, cuidada pero a ratos bastante floja, parece como si no hubiera otra manera de colocar la cámara que no fuera haciendo un plano general. No es una película para abusar de esa métrica porque no te lo agradecerá. El film, de carácter tan íntimo como la vida misma del señor Truman, debiera contener más audacia tras la cámara que dentro de la escena. Lamentablemente carece de ella en pos de un regalo que agrade a cuantos más espectadores mejor.
Sin embargo la música le da ese punto que necesita para acomodar la acción de la escena. La BSO compuesta por el enorme Philip Glass (aunque a muchos les pese las Qatsis), es una demostración de lo que pueden conseguir las producciones americanas si se lo proponen. El elenco de profesionales y la suma de Peter Weir, un director, que aunque a veces exaspera, sabe hacer las cosas muy bien, dan como resultado una de las mejores películas de la década de los noventa.
El punto: La mejor interpretación de la vida de la vida de Jimm Carrey a manos de Jim Carrey.
Nota: 8
"Es como grabar en vídeo una vida, vaya, es grabar en vídeo una vida."
La idea, aparte de ser original, hace del camino del protagonista una sátira de la mediatización de la sociedad, que hija de la tele, muestra su cara más desagradable al público. Cruda y tenaz pero tremendamente verosímil, la interpretación del señor Carrey le aleja de sus más menospreciadas obras, y le encumbra a una posición a la que no estamos acostumbrados, sensacional y alejado de Ed Harris, él solo se come la película entera porque es un fiel reflejo de su personaje. Es curioso que hayan elegido a Jim Carrey para este papel cuando la industria hace con él lo que Ed Harris, lo deforma, lo presiona y lo moldea para construir con un producto de entretenimiento. La intepretación de Carrey es una odisea a su propia vida y un reclamo de libertad, que, obviamente, nunca será reconocido.
La trama está muy bien ungida y se convierte en un lío tan original como monumental, y muy bien filmado. Las tramas secundarias metidas con cuña para recrear el variopinto surtido de escenas caóticas que se pueden dar dentro de un reality show, parecen más una recopilación de tomas falsas del diario de Patricia que una película de Peter Weir solo que aquí te las crees más. La parábola escénica que encierra a Jim Carrey en su propia vida resulta agobiante, y es una sensación solo heredera de la inigualable Atrapado en el tiempo.
El experimento se completa así con una poderosa fotografía pero nada del otro mundo, cuidada pero a ratos bastante floja, parece como si no hubiera otra manera de colocar la cámara que no fuera haciendo un plano general. No es una película para abusar de esa métrica porque no te lo agradecerá. El film, de carácter tan íntimo como la vida misma del señor Truman, debiera contener más audacia tras la cámara que dentro de la escena. Lamentablemente carece de ella en pos de un regalo que agrade a cuantos más espectadores mejor.
Sin embargo la música le da ese punto que necesita para acomodar la acción de la escena. La BSO compuesta por el enorme Philip Glass (aunque a muchos les pese las Qatsis), es una demostración de lo que pueden conseguir las producciones americanas si se lo proponen. El elenco de profesionales y la suma de Peter Weir, un director, que aunque a veces exaspera, sabe hacer las cosas muy bien, dan como resultado una de las mejores películas de la década de los noventa.
El punto: La mejor interpretación de la vida de la vida de Jimm Carrey a manos de Jim Carrey.
Nota: 8
"Es como grabar en vídeo una vida, vaya, es grabar en vídeo una vida."