28 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso siendo el trabajo una constante de nuestras vidas, al que dedicamos muchas horas diarias durante muchos años, que apenas se hagan películas tratando del tema.
Aquí tenemos a un señor que pierde su trabajo y tres años más tarde aún sigue sin nada que rascar. Y eso que la película es previa a la crisis mundial de la banca y el ladrillo. Como llegó a tener un puesto alto que le brindaba muchas comodidades, no ha querido enfocar su búsqueda de empleo a otra cosa que no fuese lo que ya hacía. A su edad, tampoco quiere empezar de cero en otra profesión.
Por supuesto, la falta de dinero y la depresión de estar sin trabajo hace que ideas locas aparezcan por su cabeza, y termina por idear un plan desesperado: ya que matar a los directivos no le va a solucionar nada, decide acabar con los posibles candidatos a un puesto que pueden ser su competencia directa.
La película no tiene ningún misterio, más allá de que un trabajador de oficina se convierta en un asesino en serie novel y realmente torpe, pues termina siempre improvisando los asesinatos. Es una comedia negra que resulta entretenida, pero no divertida, porque probablemente las situaciones estén más enfocadas al humor francés. Aún así, merece la pena verla.
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?