Miguel Ferrari corta el juicio y la cabeza al jurado de los premios Goya en España y coarta la posibilidad de situar a las demás competidoras de la terna en el paso contundente de obtener la presea. Rosa y no tan azul —y no tanto por cuestiones sexistas, sino por una visión más de ensueño con el que se trata la homosexualidad en un país ni más ni menos conservador que el resto de Latinoamérica— osa por hilarse en la intolerabilidad familiar y social sin trascendencia y sumida como pastiche.

Lineal y sin sorpresa; protas sin respaldo de su director ni por el resto del elenco; de larga duración y bastante complaciente; con tendencias a la crítica desaforada, pero sin convencimiento; fotografía colorida y tambaleante dirección de arte, da un Rosa y no tan azul... el dramatismo va de culebron telenovelero que propicia la lectura del reloj y acentuar cada uno de los aspectos con los que adolece.

Debe suceder algo para que "dramitas" como éste o bien "Hermano" en su momento sean las cartas fuertes para representar a Venezuela en el exterior... ejemplar entretenido, eso sí, sin paso a la posteridad.

Me late el cierre: Esto es lo que soy, y ¿qué?