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Voto de AllThatChernobyl:
8
Western El inmigrante sueco, Sven Hansen, es asesinado por negarse a vender su granja al gamonal Ed McNeil (Sebastian Cabot), un ser ambicioso dispuesto a apoderarse de esta y demás tierras aledañas... porque ha descubierto que tienen petróleo. Los granjeros se sienten intimidados e incapaces de enfrentar al temible asesino,Johnny Crale (Nedrick Young), quien sirve a McNeil, pero entonces llegará el hijo de Hansen, Georg (Sterling Hayden), un ... [+]
29 de julio de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lewis contrapone al genero bucólico por antonomasia unas imágenes asfixiantes y cerradas. A la falta de recursos la doblega con oficio y pulso. Allí donde se hace lugar el vacío, Lewis planta la historia y ahí: dignidad e integridad para el salto a la venganza de los mortales. La película esta minada de primeros planos que desbordan sentimentalismo y se apoya en todo momento en un guion concreto y metódico -de Dalton Trumbo, no acreditado por correr tiempos macartistas- que goza de diálogos inmejorables. A este tipo le dabas dos pesos y te expropiaba Papel Prensa.
Terror in a Texas Town resulta un western modélico en tanto modernista. Estrenada en 1958, en el ocaso del periodo clásico y poco antes de que Ford -siempre Ford- inaugurase los westerns crepusculares, esta película se escapa a la lógica de uno y de otro.
Y es que Lewis era un rebelde y así fue todo su cine, un campo abierto de desconcierto y pasión que no acusa recibo jamas de la falta de recursos sino que, al contrario, se beneficia de ello. Cine sin ataduras: pulsión vital.
Por otra parte, Lewis siempre destaco como un prodigio técnico. El ejemplo mas notable y citado es la escena del robo al banco en Gun Crazy, pero su destreza en el manejo de la cámara puede notarse en todas sus películas: valgan como ejemplos rotundos So dark the night o The Big Combo. Acá recorre las escenas con movimientos breves y sutiles. Delimita los planos para que los cuerpos se muevan dentro de ellos al mejor estilo de cine clásico pero, también, deja fluir la corporalidad de los personajes. El uso del cuadro dentro de cuadro pero principalmente del fuera de campo y la profundidad del mismo son notables y magnifican todo lo que opera a partir de ellos. Es decir: los espacios acotados que se consignan inmensos por la disposición de la cámara hasta que irrumpen los primeros y primerísimos o, en varios momentos, algunos picados y contra-picados que sonrojarían al mismísimo Orson Welles.
Para coronar, la banda sonora de Gerald Fried riega la cinta toda de melancolía y se transforma en uno de los nexos más sólidos de la película con el genero.
AllThatChernobyl
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