La historia comienza con la alocada Lucille, con un grito a la libertad, a la decisión, porque "no se puede esperar a otra vida" para hacer lo que uno de verdad ansia. Continúa con la emotividad mezclada con indignación y rabia contenida por los acontecimientos racistas y la injusticia y prepotencia del sheriff, plasmados con maestría por Antonio (sin duda, lo mejor del film, la historia paralela que comienza con la muerte del chaval negro en la piscina, junto con la representación de Melanie). Pero cuando te da la impresión de estar viendo una obra maestra, el nivel de la cinta baja un poco con el simulacro de juicio que se celebra en contra de Lucille, para después arreglarse un poco con el emotivo final, con las palabras de Peejoe ya en los títulos finales, donde dice que su tía mató por la libertad, y el chaval negro murió por ella. La libertad nunca muere.
En fin, una buena película, a la que a mi juicio (puede que sea un poco quisquilloso, pero es lo que me pareció) le sobra el juicio (o al menos de la forma en que lo encaró Banderas)