Es evidente que el principal reclamo de esta película es su reparto comandado por 3 actores ganadores del Oscar, ahí es nada. También es verdad que de esos tres, uno está regular (Malek), otro bien pero con el piloto automático (Washington) y el que tiene el personaje más llamativo y juguetón (Leto) tiene buenos momentos pero tampoco es que firme una de sus mejores actuaciones. Así pues, el renombre del cartel puede ser algo engañoso, pero aún con todo siempre resulta atractivo ver a estos tres en pantalla.

John Lee Hancock (al que yo conocía por sus buenos guiones para thrillers sureños del Eastwood noventero) escribe y dirige un thriller solvente durante tres cuartas partes del guion. La primera hora y media creo que funciona muy bien, crea una atmósfera ayudado por la BSO de Thomas Newman, tiene buenos diálogos, mantiene muy bien el suspense en todo momento salpicado con escenas de tensión muy conseguidas... No entendía las malas críticas y estaba dispuesto a darle una nota alta, hasta que llegó la última media hora. Ahí a Hancock se le va la inspiración y todo lo cocinado anteriormente se destapa como un guiso de disparates inverosímiles, tanto en presente como en pasado. Ahí la película se me viene muy abajo, aunque he de reconocer que me gusta el girito del último plano. Lo que tampoco puedo obviar es que durante el 75% del tiempo me ha parecido un notable ejercicio de intriga policial.

Nota: 6,5