Era sabido lo que le gusta al director de Sunshine transportarnos a diversos lugares y mundos exóticos, pero en 127 horas, nos lleva a algo jamás visto. En realidad, es una historia muy simple, con un guión difícil de escribir. Un tipo, cuyo hobbie es la aventura, queda atrapado en una grieta de una montaña en Utah. Pues ante esa idea simple, Danny Boyle utiliza todo tipo de recursos con la cámara, la fotografía, el montaje y los flashbacks... Y todos estos elementos, sirven para que no te despegues de la pantalla en ningún momento porque lo que hace muy buena a 127 horas, es que sabes lo que va a pasar, pero lo que se te pasa todo el rato por la cabeza, es cuando y cómo.

Como decía antes, la historia es simple, aunque para escribir un guión así, perdón por la expresión, hay que tenerlos cuadrados. Es un guión que no pierde ritmo en ningún momento, excepto algunos flashbacks que se hacen repetitivos. Es un guión que te hace estar tenso, al igual que triste, aunque también te hace sonréir, pasando por algunas partes en las que te preguntas si tú harías eso. Y todo eso, sin apenas diálogos.

James Franco tenía una difícil tarea, que era llevar el peso de la película, y la cumple con matrícula. El actor de Superfumados, se mete de lleno en el papel y pasa de ser un chico jovial, a ser un hombre apagado, y que pierde cada vez más, la esperanza. Usa muchos recursos en su actuación, no hay más que ver la escena del "programa de radio". James lleva años demostrando que es un gran actor, y con esta película, ha sabido aprovechar su oportunidad para ganarse el respeto que se merece.