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Voto de anxova:
1

Voto de anxova:
1
6.0
257
15 de julio de 2011
15 de julio de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente vergonzosa. Siempre me han gustado las películas biográficas de artistas. Quizá influye el hecho de que yo mismo soy artista, más concretamente pintor. De modo que cuando vi que había una película tan reciente sobre uno de mis pintores favoritos quise verla.
Las biografías de artistas unen, a la descripción del personaje y sus peripecias más o menos noveladas, el desarrollo de una carrera artística, en la que la pasión por la profesión y la intensidad del trabajo, desde el arrebato hasta la pura y enfermiza obsesión, impregnan la narración. Desde las primeras obras hasta los grandes hitos de la carrera, vemos crecer el talento y la aceptación o la incomprensión entre el artista y el mundo a medida que la vida del genio se desarrolla. Grandes biografías de artistas en el cine ha habido y sigue habiendo. Pero por alguna extraña razón, últimamente hay películas que en lugar de hacer una biografía del artista, salpicada eso sí con sus anécdotas vitales, hacen una película sobre los episodios más banales o banalizando todo, y en el que no adivinaríamos siquiera la profesión del biografiado porque escasas veces lo vemos trabajar o al menos escasas veces lo vemos ocupado en su trabajo.
Esta película no puede ser peor. Los personajes son huecos y ridículos, y todo el desparrame de atrezzo y ambientación nos cuenta una historia superficial y si queremos entretenida pero que tiene tan poco que ver con la vida de un artista que tan sólo el título nos da pistas sobre la intención de la película. Esto es más incomprensible cuando descubrimos con horror que no se trata la vida de un aficionado cualquiera en sus domingos, sino nada menos que la supuesta biografía de uno de los mejores dibujantes y pintores de la historia, ¡nada menos que un artista de la categoría de Toulouse-Lautrec!
El sentimiento de vergüenza ajena me ha acompañado durante toda la proyección. Y el momento más vergonzante ha sido una conversación a gritos entre Van Gogh y Toulouse que se diría hecha por un turista desinformado y no por un biógrafo supuestamente autorizado.
Para ver algo sobre Toulouse-Lautrec recomiendo vivamente revisitar "Moulin Rouge" de John Huston, que quizá está peor ambientada y se centra en la vida amorosa, pero que pese a todo nos brinda un relato realista, pero emocionante y vivo de lo que es la vida de un (gran) artista.
En fin, "Lautrec" es un horror, una película totalmente prescindible excepto para los muy masoquistas o que hayan decidido despreciar el arte y en concreto la pintura como dogma de fe.
Las biografías de artistas unen, a la descripción del personaje y sus peripecias más o menos noveladas, el desarrollo de una carrera artística, en la que la pasión por la profesión y la intensidad del trabajo, desde el arrebato hasta la pura y enfermiza obsesión, impregnan la narración. Desde las primeras obras hasta los grandes hitos de la carrera, vemos crecer el talento y la aceptación o la incomprensión entre el artista y el mundo a medida que la vida del genio se desarrolla. Grandes biografías de artistas en el cine ha habido y sigue habiendo. Pero por alguna extraña razón, últimamente hay películas que en lugar de hacer una biografía del artista, salpicada eso sí con sus anécdotas vitales, hacen una película sobre los episodios más banales o banalizando todo, y en el que no adivinaríamos siquiera la profesión del biografiado porque escasas veces lo vemos trabajar o al menos escasas veces lo vemos ocupado en su trabajo.
Esta película no puede ser peor. Los personajes son huecos y ridículos, y todo el desparrame de atrezzo y ambientación nos cuenta una historia superficial y si queremos entretenida pero que tiene tan poco que ver con la vida de un artista que tan sólo el título nos da pistas sobre la intención de la película. Esto es más incomprensible cuando descubrimos con horror que no se trata la vida de un aficionado cualquiera en sus domingos, sino nada menos que la supuesta biografía de uno de los mejores dibujantes y pintores de la historia, ¡nada menos que un artista de la categoría de Toulouse-Lautrec!
El sentimiento de vergüenza ajena me ha acompañado durante toda la proyección. Y el momento más vergonzante ha sido una conversación a gritos entre Van Gogh y Toulouse que se diría hecha por un turista desinformado y no por un biógrafo supuestamente autorizado.
Para ver algo sobre Toulouse-Lautrec recomiendo vivamente revisitar "Moulin Rouge" de John Huston, que quizá está peor ambientada y se centra en la vida amorosa, pero que pese a todo nos brinda un relato realista, pero emocionante y vivo de lo que es la vida de un (gran) artista.
En fin, "Lautrec" es un horror, una película totalmente prescindible excepto para los muy masoquistas o que hayan decidido despreciar el arte y en concreto la pintura como dogma de fe.