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6.1
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Comedia
El hermano Pío (Pepe Isbert), limosnero de una congregación de monjas que sostiene un orfanato, viaja a Madrid con una imagen del Niño Jesús para pedir limosna. Lucio (Tony Leblanc), un ladronzuelo de poca monta que acaba de salir de la cárcel, ve la posibilidad de hacer negocio timando a los donantes suscritos a la limosna y le roba la imagen al anciano. (FILMAFFITY)
8 de agosto de 2009
8 de agosto de 2009
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hermano Pio (Pepe Isbert) se dirige a Madrid en tren a hacer su ronda habitual de recaudaciones como limosnero para un orfanato regido por unas monjitas, al subirse a este coincide en un abigarrado compartimento con Lucio (Tony Leblanc) un pícaro ladino y dicharachero que tras salir de la cárcel también se dirige a la capital, su lugar habitual de residencia y fechorías.
Durante el trayecto, el hermano Pio cuenta a sus compañeros de viaje a que se dedica y ante el requerimiento de estos les muestra la imagen del Niño Jesús que lleva consigo en una hornacina cilíndrica y opaca tipo mochila, provocando entre casi todo el pasaje muestras de emoción y simpatía ante la imagen, digo casi porque a Lucio se le ve en la cara que algo se trae entre manos.
Una vez en Madrid con el hermano Pio triste y compungido al comprobar que le ha sido sustraída la imagen cuando al abrir la hornacina en el interior de la habitación de la pensión en la que se aloja habitualmente (Posada del León de Oro sita en Cava Baja 12) y con el autor de la misma que no es otro que Lucio (al ofrecerse amablemente a ayudarle a bajar la hornacina del tren la ha vaciado de su contenido), primero contactando con Pio para hacerse con la lista de donantes al mismo tiempo que le convence de que no denuncie puesto que va a ayudarle a encontrarla (le dice que seguro que aparecerá en “El Rastro” y le pone a vigilar ofreciéndole como tapadera la de vendedor de “globitos para el nene y la nena”) y después suplantando al limosnero en la ronda de recaudaciones, tenemos una muy divertida y entretenida película en base a las peripecias y situaciones que provocan las personalidades de ambos en su relación con un entorno hasta entonces desconocidos para ellos, el rufián Lucio mezclando devoción y pillerías durante sus visitas a los devotos donantes y el pio Pio alternando con los pillos del Rastro (2 ex compañeros de fechorías de Lucio revolotean alrededor suyo escamados ante lo que presumen algún tipo de magro negocio), a la vez que emotiva y amable en los cambios que se van produciendo en los 2 protagonistas y en el magnífico retrato costumbrista de los vecinos de la corrala en la que vive Lucio en compañía de su hermana y sobrina y en el bien mostrado y en absoluto maniqueo contexto político/religioso de la época aquí mostrado (aunque siempre habrá algún desinformado aguafiestas que ignore y/o malinterprete la muy personal trayectoria de José Antonio Nieves Conde que la tache de facha o beata).
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Durante el trayecto, el hermano Pio cuenta a sus compañeros de viaje a que se dedica y ante el requerimiento de estos les muestra la imagen del Niño Jesús que lleva consigo en una hornacina cilíndrica y opaca tipo mochila, provocando entre casi todo el pasaje muestras de emoción y simpatía ante la imagen, digo casi porque a Lucio se le ve en la cara que algo se trae entre manos.
Una vez en Madrid con el hermano Pio triste y compungido al comprobar que le ha sido sustraída la imagen cuando al abrir la hornacina en el interior de la habitación de la pensión en la que se aloja habitualmente (Posada del León de Oro sita en Cava Baja 12) y con el autor de la misma que no es otro que Lucio (al ofrecerse amablemente a ayudarle a bajar la hornacina del tren la ha vaciado de su contenido), primero contactando con Pio para hacerse con la lista de donantes al mismo tiempo que le convence de que no denuncie puesto que va a ayudarle a encontrarla (le dice que seguro que aparecerá en “El Rastro” y le pone a vigilar ofreciéndole como tapadera la de vendedor de “globitos para el nene y la nena”) y después suplantando al limosnero en la ronda de recaudaciones, tenemos una muy divertida y entretenida película en base a las peripecias y situaciones que provocan las personalidades de ambos en su relación con un entorno hasta entonces desconocidos para ellos, el rufián Lucio mezclando devoción y pillerías durante sus visitas a los devotos donantes y el pio Pio alternando con los pillos del Rastro (2 ex compañeros de fechorías de Lucio revolotean alrededor suyo escamados ante lo que presumen algún tipo de magro negocio), a la vez que emotiva y amable en los cambios que se van produciendo en los 2 protagonistas y en el magnífico retrato costumbrista de los vecinos de la corrala en la que vive Lucio en compañía de su hermana y sobrina y en el bien mostrado y en absoluto maniqueo contexto político/religioso de la época aquí mostrado (aunque siempre habrá algún desinformado aguafiestas que ignore y/o malinterprete la muy personal trayectoria de José Antonio Nieves Conde que la tache de facha o beata).
Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Escrita por el buen y ecléctico Jaime García Herranz (“¡A mí la legión! 1942, “Orgullo 1955”, “Molokai, la isla maldita 1959” y alguna de Marisol y Joselito, entre otras) e interpretada por unos inmensos Pepe Isbert y Tony Leblanc al frente de un más que digno casting, en el que podemos ver a Alfredo Mayo como ese policía amigo de la infancia de Lucio, a Fernando Rey como el señor de la primera casa sableada y a Gracita Morales como la chica de la pensión “Posada del León de Oro”, cuenta además con unos bien fotografiados retratos del Madrid de la época ( El Rastro, Puente del Rey, Gran Vía, Cava Baja y almacenes Simeón, entre otros).