El director Pierre Morel nos propone un viaje al pasado con esta historia sobre un padre (interpretado por Liam Neesom), un agente secreto retirado, que es testigo de primera fila (de primer oido más bien) del secuestro de su hija por parte de un grupo organizado de albaneses que operan en París. Viaje al pasado, porque al más puro estilo del vengador callejero norteamericano por excelencia (el Paul Kersey interpretado por Charles Bronson), dicho padre cabreado hará lo que sea por liberar a su hija de tan peligroso grupo.
A pesar que esta producción francesa nos devuelve a los años 80 temáticamente, años en los que reinaban los vengadores justicieros (algunos con muchos músculos), la puesta en escena es de nuestro tiempo, filmando las escenas de acción (que son muchos y muy variadas a lo largo del metraje) con precisión, y contundencia, intentando evitar la espectacularidad gratuita. Un estilo que recuerda en mucho a la trilogía de Bourne.
El film, a pesar de la inverosimilitud de su trama, funciona bien, gracias a esa mezcla de personaje normal al que solo necesita un empujón para convertirse en un arma letal (como el citado Jasón Bourne), y sobretodo a lo comedido de su duración. El director sólo busca el entretenimiento y desde luego no es este el tipo de película sobre el que se reflexione sobre la trata de blancas, la corrupción policial o las mafias organizadas. Es más dudo mucho que se reflexione.