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Voto de manulynk:
8
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8
6.6
66,793
Acción. Ciencia ficción
En un futuro posnuclear, Max Rockatansky, un policía encargado de la vigilancia de una autopista, tendrá que vérselas con unos criminales que actúan como vándalos, sembrando el pánico por las carreteras. Cuando, durante una persecución, Max acaba con Nightrider, el líder del violento grupo, el resto de la banda jura vengar su muerte. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2009
22 de noviembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No siempre que se dispone de todos los recursos posibles para realizar una película, el resultado es del agrado del público (no hablemos ya de la crítica). A veces, el entusiasmo de un realizador novel se impone a todo, y contra todo pronóstico consigue revertir las dificultades y carencias en aciertos que acaban llegando al público, consiguiendo, casi sin proponérselo, un enorme éxito. Y aún más, elevar una película modesta a la categoría de mito.
Algo parecido logró el australiano George Miller con un film modesto, prácticamente de série Z, en la que conseguía mezclar con acierto aspectos del western y fantásticos con un film ambientando en un inmediato futuro apocalíptico en el que la falta de petróleo convertía las carreteras en una especie de jungla donde sólo sobrevive el más fuerte, ante un Gobierno cada vez más débil. De hecho la única personificación del gobierno son sus agentes de la ley casi incapaces de hacer frente a la hola de violencia que impera en la calle. El único que parece ser capaz de combatir a todos estos maleantes es Max Rockatansky (Mel Gigson).
Pese a ser un film de muy bajo presupuesto, esas carencias jugaron en beneficio del film. En primer lugar, el aspecto de las carreteras casi desiertas, refuerzan esa impresión de estar en un mundo duro, áspero en el que es difícil sobrevivir (las localizaciones australianas se revelaron muy certeras mostrando un paisaje desértico árido y muy poco acogedor), la referencia al petróleo conectaba al espectador, sabedor que se trata de un producto de primera necesidad próximo a agotarse. El vestuario, daba una cierta visión "cyberpunk" y de aire futurista, que iba en la línea apocalíptica del conjunto. Si bien el argumento está cogido con pinzas (y ya no hablemos de su desarrollo), la austeridad en general y la falta información es suplida con mucha acción, en forma de espectaculares persecuciones y mucha violencia explícita.
Al frente de todo esto, un Mel Gibson cuya composición de su personaje aúna las mejores virtudes del protagonista del western clásico, a modo de justiciero urbano con puntos de contacto del cine de los años 70, con algunos toques al "sucio" y lacónico protagonista de los spaguetti-westerns. Todos estos elementos, algunos novedosos, otros solo en apariencia, hicieron de esta propuesta un film de culto, sobretodo entre el público más joven, que consiguieron aupar a su director y sobretodo a su protagonista a lo más alto en el mundo del cine. Y es que a veces la fortuna sonríe a los voluntariosos.
Algo parecido logró el australiano George Miller con un film modesto, prácticamente de série Z, en la que conseguía mezclar con acierto aspectos del western y fantásticos con un film ambientando en un inmediato futuro apocalíptico en el que la falta de petróleo convertía las carreteras en una especie de jungla donde sólo sobrevive el más fuerte, ante un Gobierno cada vez más débil. De hecho la única personificación del gobierno son sus agentes de la ley casi incapaces de hacer frente a la hola de violencia que impera en la calle. El único que parece ser capaz de combatir a todos estos maleantes es Max Rockatansky (Mel Gigson).
Pese a ser un film de muy bajo presupuesto, esas carencias jugaron en beneficio del film. En primer lugar, el aspecto de las carreteras casi desiertas, refuerzan esa impresión de estar en un mundo duro, áspero en el que es difícil sobrevivir (las localizaciones australianas se revelaron muy certeras mostrando un paisaje desértico árido y muy poco acogedor), la referencia al petróleo conectaba al espectador, sabedor que se trata de un producto de primera necesidad próximo a agotarse. El vestuario, daba una cierta visión "cyberpunk" y de aire futurista, que iba en la línea apocalíptica del conjunto. Si bien el argumento está cogido con pinzas (y ya no hablemos de su desarrollo), la austeridad en general y la falta información es suplida con mucha acción, en forma de espectaculares persecuciones y mucha violencia explícita.
Al frente de todo esto, un Mel Gibson cuya composición de su personaje aúna las mejores virtudes del protagonista del western clásico, a modo de justiciero urbano con puntos de contacto del cine de los años 70, con algunos toques al "sucio" y lacónico protagonista de los spaguetti-westerns. Todos estos elementos, algunos novedosos, otros solo en apariencia, hicieron de esta propuesta un film de culto, sobretodo entre el público más joven, que consiguieron aupar a su director y sobretodo a su protagonista a lo más alto en el mundo del cine. Y es que a veces la fortuna sonríe a los voluntariosos.