Este último año se observan ciertos esfuerzos en la comedia norteamericana por actualizar contenidos. La palabra "follamigo" comienza a ser habitual en buena parte de ellas, y eso de echar "un polvo sin compromiso", está dejando de tener las connotaciones negativas que se le achacaban.
En esta comedia de Michael Gluck parece constatarse el cambio, que se deduce de la relación que se establece entre por cuanto una cazatalentos neoyorkina, Jamie (Mila Kunis), y su último descubrimiento, Dylan (Justin Timberlake), los cuales no sólo disfrutan de una amistad sincera sino que además quieren disfrutar de los beneficios que da tanta confianza. Ya era cuestión de tiempo que las comedias románticas dejaran de lado esa irreal visión que toda mujer sólo aspira a casarse y a tener hijos. Claro que tampoco hay que echar las campanas al vuelo tan rápido. No olvidemos que se trata de una producción comercial orientada al gran público por lo que el matiz conservador aparece más tarde o más temprano.
Gluck se encomienda a la buena química entre Kunis y Timberlake, dos secundarios (sobretodo la primera) que saben estar a la altura y aportan frescura y muy buenos momentos. Algunos hilarantes como la secuencia del primer escarceo sexual entre ambos. Sin excesivas pretensiones el film funciona con cierta solvencia sólo con la presencia de los protagonistas, aunque no hay que desdeñar la presencia de Richard Jenkins componiendo un discreto personaje y sobretdo la de Woody Harrelson cuyas breves apariciones enriquecen el relato.
Claro que no todo es de color de rosa. Pese a que en su arranque se apunta hacia caminos diferentes a los habituales, a medida que avanza el metraje, todo va volviendo hacia los convencionalismos habituales. Todavía es demasiado pronto como para mostrarse excesivamente rupturista.
Con todo, es un film agradable que se deja ver y que consigue superar la media habitual, aunque no sea por mucho.