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Thriller. Acción
La vida del exagente especial Bryan Mills (Liam Neeson) se ve inesperadamente truncada tras el brutal asesinato de su exmujer. Tras ser acusado de su muerte, se ve obligado a huir de la implacable persecución de la CIA, el FBI y la policía. Una vez más, deberá usar sus “habilidades especiales” para hacer justicia, dar caza a los verdaderos asesinos y proteger lo único que le queda en la vida: su hija. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2016
10 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera entrega de las correrías del ex-agente de la CIA Bryan Mills (de nuevo interpretado por Liam Neeson). Si en la primera ponía patas arribas el sub-mundo de París buscando a su hija secuestrada y en la segunda casi deja Estambul en ruinas mientras se defiende de unos vengativos albaneses, ahora debe aclarar el asesinato de su ex-mujer (Famke Janssen) mientras la policía le persigue al ser el principal sospechoso de su muerte.
Repite en esta tercera entrega prácticamente el mismo equipo técnico de la factoría de Luc Besson, y al frente de la dirección continúa Olivier Megaton (un apellido muy apropiado para dedicarse al cine de acción), aunque en esta ocasión la secuela da claros síntomas de agotamiento. El más afectado es la propia estrella responsable. Si en la primera entrega Neeson demostró su buen hacer en un film principalmente de acción, y en la segunda supo mantener el tipo, en esta tercera parte parece físicamente cansado, e incluso me atrevería a decir desganado. No en vano han pasado 6 años desde la primera entrega, y en un actor que ya ha cumplido más de 60 años, lamentablemente se nota. Pero es que hasta parece haber transmitido este cansancio al que le dobla en las escenas de acción, que dicho sea de paso no pasan de algunas carreras y algún que otro salto. Incluso da la impresión que Neeson ha hecho este film por obligación, muy a su pesar. O tal vez han querido sacar esta entrega de forma dan apresurada que le ha pillado en medio de otros proyectos. El caso es que, si la principal estrella del film y el personaje sobre el que se sustenta todo el tinglado no da la talla, y no hay ninguna figura que pueda ayudarle a sobrellevar el peso el film se tambalea peligrosamente. Whitaker hubiera sido un buen candidato pero apenas le dan cancha, aunque si hubiera sido así, le hubiera robado la película sin excesivo esfuerzo.
Pero es que incluso los guionistas no han querido estrujarse excesivamente las meninges o es que el localizador de escenarios no tenía muchas ganas de viajar ya que toda la acción sucede en la localidad de origen de Mills, y salvo algún que otro momento, carece en su mayor parte de la acción trepidante de las dos primeras entregas. Da incluso la sensación que no ha habido demasiado tiempo para planificar debidamente el film y se limita seguir una trama tan convencional como sus escenas de acción que carecen del nervio de las dos primeras. Por el camino, realizador y guionista (cofirmado por el propio Luc Besson) se olvidan de dar algo de empaque al malo de turno e incluso desaprovechan la presencia del siempre eficiente Forest Whitaker en el papel de oficial de policía que persigue a Mills. No se puede negar que el film entretiene pero la verdad es que en esta ocasión no ofrece nada especial que no ofrezcan otras producciones similares. No hay escenarios exóticos, ni submundos del crimen, la sorpresa de ver a Neeson repartiendo estopa a diestro y siniestro ya se desvaneció en la segunda entrega, y ya no le podía pasar mucho más a su familia que motivara el sacarle de su merecido descanso junto a sus colegas de profesión, también retirados.
Casi con total seguridad hemos asistido a la última aventura de Bryan Mills, un personaje que ya había dado todo lo que tenía que dar de si en las dos entregas precedentes pero que seguramente sus responsables han querido terminar de exprimir al máximo el limón con unos resultados finales francamente discretos.
Repite en esta tercera entrega prácticamente el mismo equipo técnico de la factoría de Luc Besson, y al frente de la dirección continúa Olivier Megaton (un apellido muy apropiado para dedicarse al cine de acción), aunque en esta ocasión la secuela da claros síntomas de agotamiento. El más afectado es la propia estrella responsable. Si en la primera entrega Neeson demostró su buen hacer en un film principalmente de acción, y en la segunda supo mantener el tipo, en esta tercera parte parece físicamente cansado, e incluso me atrevería a decir desganado. No en vano han pasado 6 años desde la primera entrega, y en un actor que ya ha cumplido más de 60 años, lamentablemente se nota. Pero es que hasta parece haber transmitido este cansancio al que le dobla en las escenas de acción, que dicho sea de paso no pasan de algunas carreras y algún que otro salto. Incluso da la impresión que Neeson ha hecho este film por obligación, muy a su pesar. O tal vez han querido sacar esta entrega de forma dan apresurada que le ha pillado en medio de otros proyectos. El caso es que, si la principal estrella del film y el personaje sobre el que se sustenta todo el tinglado no da la talla, y no hay ninguna figura que pueda ayudarle a sobrellevar el peso el film se tambalea peligrosamente. Whitaker hubiera sido un buen candidato pero apenas le dan cancha, aunque si hubiera sido así, le hubiera robado la película sin excesivo esfuerzo.
Pero es que incluso los guionistas no han querido estrujarse excesivamente las meninges o es que el localizador de escenarios no tenía muchas ganas de viajar ya que toda la acción sucede en la localidad de origen de Mills, y salvo algún que otro momento, carece en su mayor parte de la acción trepidante de las dos primeras entregas. Da incluso la sensación que no ha habido demasiado tiempo para planificar debidamente el film y se limita seguir una trama tan convencional como sus escenas de acción que carecen del nervio de las dos primeras. Por el camino, realizador y guionista (cofirmado por el propio Luc Besson) se olvidan de dar algo de empaque al malo de turno e incluso desaprovechan la presencia del siempre eficiente Forest Whitaker en el papel de oficial de policía que persigue a Mills. No se puede negar que el film entretiene pero la verdad es que en esta ocasión no ofrece nada especial que no ofrezcan otras producciones similares. No hay escenarios exóticos, ni submundos del crimen, la sorpresa de ver a Neeson repartiendo estopa a diestro y siniestro ya se desvaneció en la segunda entrega, y ya no le podía pasar mucho más a su familia que motivara el sacarle de su merecido descanso junto a sus colegas de profesión, también retirados.
Casi con total seguridad hemos asistido a la última aventura de Bryan Mills, un personaje que ya había dado todo lo que tenía que dar de si en las dos entregas precedentes pero que seguramente sus responsables han querido terminar de exprimir al máximo el limón con unos resultados finales francamente discretos.