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Voto de manulynk:
6

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6
6.2
7,634
Drama
Inglaterra, siglo XVIII. Hermosa, sofisticada y adorada por el pueblo, Georgiana (Knightley) fue la mujer más fascinante de su época. Casada muy joven con uno de los hombres más ricos de Inglaterra, el Duque de Devonshire (Fiennes), fue confidente íntima de ministros y mantuvo excelentes relaciones con la Casa Real. Llegó a ser también un icono de la moda, y su influencia en el Partido Liberal fue notable. Sin embargo, fracasó ... [+]
4 de agosto de 2011
4 de agosto de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film británico dirigido por Saul Dibb, cuya propaganda anunciaba a los cuatro vientos que se trataba de la vida de una antepasada de la conocida Diana de Gales, cuyas vicisitudes tenían ciertos paralelismos con ésta última. En términos generales, los paralelismos entre ambas mujeres son innegables. Georgiana (interpretada por Keira Knightely) tenía una extracción social modesta y que ascendió gracias a un ventajoso matrimonio de conveniencia con el duque de Devonshire (Ralph Fiennes), en el que hubo de todo menos amor, y que siempre mantuvo un amor mucho más que platónico con un joven conocido de su juventud. El hecho de ser un personaje famoso por su carisma y cierta rebeldía contra las normas establecidas no hace sino reforzar esa impresión general.
Sin embargo, con mucha inteligencia por su parte, el realizador mantiene el paralelismo siempre en el plano de la mera coincidencia, evitando deliberadamente cualquier guiño con el presente y manteniendo el film dentro de las coordenadas físicas y temporales del siglo XVIII, centrando la historia en las evoluciones de la duquesa, y su matrimonio totalmente insatisfactorio, destinado únicamente a garantizar la descendencia del duque.
La construcción de ambos personajes es ejemplar, quedando patente las diferencias entre una Georgiana joven, llena de vida, que debe adaptarse a los modos y normas imperantes, pero que tampoco es inmune al momento de cambios inminentes que ya se están gestando. Las sutiles referencias a la independencia norteamericana y la situación de Francia a punto de entrar en una revolución que lo trastocará todo, funcionan a la perfección, para explicar el carácter rebelde de la joven, negándose a aceptar un papel sumiso ante su hierático e inmovilista marido. La labor de Knightely es encomiable consiguiendo dotar de vigor a su personaje, y mostrando un abismo con un Fiennes cuyo papel, mucho menos agradecido, sabe construir como polo opuesto a ésta. También se beneficia de la presencia de buenos secundarios como el de Charlotte Rampling en el papel de madre de Georgiana. Por otro lado, el personaje de Earl Gray (Aidan McArdle) es uno de los más decorativos del film.
Dibb tiene muy claro desde el principio qué es lo que quiere contar, limitando el film al terreno de un melodrama de época, muy bien construido, en el que una mujer luchará por los valores en los que cree, sin buscar justificaciones absurdas. Una vez terminado el film, apenas queda nada de la sombra de Diana de Gales, sobre el que parecía planear el film, y lo que realmente obtenemos es una buena película de época que no busca salirse más allá de sus modestos planteamientos ni trascender la época que nos quiere contar. Aquí radica el verdadero valor de un film que sin llegar a ser excelente es bastante aceptable que busca por encima de todo ser realista y que se abstrae de sensacionalismos estériles.
Sin embargo, con mucha inteligencia por su parte, el realizador mantiene el paralelismo siempre en el plano de la mera coincidencia, evitando deliberadamente cualquier guiño con el presente y manteniendo el film dentro de las coordenadas físicas y temporales del siglo XVIII, centrando la historia en las evoluciones de la duquesa, y su matrimonio totalmente insatisfactorio, destinado únicamente a garantizar la descendencia del duque.
La construcción de ambos personajes es ejemplar, quedando patente las diferencias entre una Georgiana joven, llena de vida, que debe adaptarse a los modos y normas imperantes, pero que tampoco es inmune al momento de cambios inminentes que ya se están gestando. Las sutiles referencias a la independencia norteamericana y la situación de Francia a punto de entrar en una revolución que lo trastocará todo, funcionan a la perfección, para explicar el carácter rebelde de la joven, negándose a aceptar un papel sumiso ante su hierático e inmovilista marido. La labor de Knightely es encomiable consiguiendo dotar de vigor a su personaje, y mostrando un abismo con un Fiennes cuyo papel, mucho menos agradecido, sabe construir como polo opuesto a ésta. También se beneficia de la presencia de buenos secundarios como el de Charlotte Rampling en el papel de madre de Georgiana. Por otro lado, el personaje de Earl Gray (Aidan McArdle) es uno de los más decorativos del film.
Dibb tiene muy claro desde el principio qué es lo que quiere contar, limitando el film al terreno de un melodrama de época, muy bien construido, en el que una mujer luchará por los valores en los que cree, sin buscar justificaciones absurdas. Una vez terminado el film, apenas queda nada de la sombra de Diana de Gales, sobre el que parecía planear el film, y lo que realmente obtenemos es una buena película de época que no busca salirse más allá de sus modestos planteamientos ni trascender la época que nos quiere contar. Aquí radica el verdadero valor de un film que sin llegar a ser excelente es bastante aceptable que busca por encima de todo ser realista y que se abstrae de sensacionalismos estériles.