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Voto de manulynk:
9
El proceso
Voto de manulynk:
9
Intriga. Drama Cuando un hombre se despierta por la mañana, se encuentra con que la policía ha entrado en su habitación y lo arresta, tras acusarlo de haber cometido un crimen.
23 de junio de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orson Welles se atrevió, ni más ni menos que a adaptar una obra del escritor Frank Kafka. La historia de un hombre que, de repente, se ve acusado y condenado por cometer un delito que no sabe ni que es ni mucho menos que ha cometido, guarda muchos paralelismos con la propia trayectoria profesional de Welles en Hollywood. Por lo que no nos debe extrañar, la facilidad con la que Welles, se metió en la obra de Kafka y la llevó a su terreno. El film sigue el extraño itinerario de un hombre en su lucha por demostrar su inocencia, combatiendo contra un Estado que se revela como un poder tan intangible y omniscente como el de Dios, pero además más vengativo y cruel. El periplo de Joseph K va adquriendo, a medida que avanza tintes que tienden a lo absurdo e incluso a lo surrealista, sin que lleguen a desentonar, en el que el protagonista (convincentemente interpretado por Anthony Hopkins) se esfuerza en demostrar su inocencia.

Por ello, a medida que avanza el film, el realizador se aprovecha del propio surrealismo que supone la situación del protagonista, para demostrar su dominio técnico, plasmando ese surrealismo con una puesta en escena que en ocasiones parece salida de una pesadilla, mostrando enormes puertas, pasillos llenos de la gente más variada, o espacios laberínticos llenos de libros, y sus ya habituales planos imposibles con picados y contrapicados que, lejos de ser gratuitos, sirven para dar un significado cada uno de los planos con que nos obsequia y con los que supo reflejar en imagenes conceptos tan abstractos como la justicia, la burocracia, etc. Con unos decorados que poco a poco se van difuminando a medida que avanza la historia, y Joseph, un falso culpable, busca en vano limpiar su nombre, en un proceso que parece seguir sus propias reglas y que en el mismo momento que le acusó, también le condenó sin que haya tenido en cuenta al mismo Joseph.

Los mismos personajes que aparecen alrededor de este proceso abierto a Joseph K. no hacen sino acentuar esa sensación de pesadilla con la presencia de un oscuro Hastler (el propio Welles), la auténtica personificación de la ambiguead, con un personaje turbio, que recuerda mucho al Quinlan de "Sed de mal", o Block (estupendo Akim Tamiroff), otra víctima del sistema. La falta de medios, paradójicamente ayudó a mejorar el resultado final de la película, sumado al dominio de Welles tras las cámaras. Sin lugar a dudas, Welles supo ver dentro del texto de Kafka aspectos que le eran más que familiares y que son constantes en su filmografía, al menos en lo que se refiere a mostrar a un Estado como un poder arbitrario, oscuro y falto de piedad, y sobretodo la ambiguedad de los personajes que corren por el relato, en el especial el de Hastler que se lo reservó para él. El film constituye una buena muestra del talento de su director, el cual pese a no disponer de grandes medios nos ofrecía un film tan extraño como la novela que adapta.
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