Muy pocos pueden decir que con sólo dos películas ya han encontrado su propio estilo y su lugar en el mundo del cine. Neill Blomkamp es uno de esos hombres. El sudafricano tiene un estilo visual maravilloso. Es muy elegante, muy espectacular, saca el máximo partido al plano y el encuadre del mismo, y sus imágenes tienen un aire muy particular, muy único, que no se parece al de nadie más. Es una película de Neill Blomkamp.
De igual modo, el realizador incide en sus temas favoritos, los mismos de District 9. La intolerancia, la discriminación, la inmigración, los cambios sociales y la solidaridad o falta de ella. Y es ahí donde radica el mayor problema de Elysium, que es una película notabilísima y la mar de entretenida: constantemente produce sensación de dejà vu. Se parece demasiado a la ópera prima de Blomkamp, y en ningún momento llega a resultar tan original y maravillosamente dramática como District 9. Es muy buena, pero es inferior a la fantasía de los aliens y Wickus van der Merwe. Un Wikus que vuelve a aparecer, con las facciones de Sharlto Copley, un extraordinario actor, y el nombre de Kruger, que tiene la mejor y más sorprendente escena de la película junto a una muy carismática Jodie Foster. Un golpe de efecto genial que cambia la historia por completo y que el público no se espera.
En definitiva, Elysium es ciencia ficción de la buena, de la muy buena, y merece un notable bien alto. Y que alguien le de ya un Oscar a Matt Damon uno de estos años, porque probablemente es el mejor actor de su generación (junto con Leonardo DiCaprio), aparte de una estrella.

Lo mejor: Damon, Foster, Copley, la sabiduría visual de Blomkamp y el giro de guión en su último acto.
Lo peor: El personaje de Sonia Braga podría no haber estado (la pobre tiene la negra... en Soy Leyenda le pasaba igual) y hay menos emoción de la prevista, quizá porque todo nos lo contaron antes y mejor en District 9.