En honor a la verdad, el mayor problema de La bella y la bestia 2017 es que existe La bella y la bestia 1991. Si no hubiera nada con lo que comparar, probablemente estaríamos dando palmas hasta con las orejas.
Y la verdad es que esta película no tiene nada de malo. De hecho, tiene aspectos en los que es superior a su hermana animada, como todo lo que envuelve al personaje de Maurice (demasiado pobre hombre, en mi opinión, en la cinta del 91), bastante más desarrollado e interesante en esta versión. Todos los números musicales son momentos sobresalientes llenos de entretenimiento, en los que brilla especialmente lo mejor que tiene la cinta, que es su aspecto visual. Es una película bellísima de ver, con unos planos casi de museo, y un trabajo técnico extraordinario. Vestuario, maquillaje, dirección artística, montaje, sonido, efectos visuales... todo se combina a la perfección para poner en pantalla una de las películas más hermosas en lo visual que se hayan visto en mucho tiempo. El reparto también funciona, especialmente con la pareja estupenda que forman Luke Evans y Josh Gad, muy divertidos, y con el enorme trabajo vocal de Ewan McGregor, Ian McKellen, Emma Thompson, Audra McDonald y demás sirvientes del castillo. Emma Watson no tiene su mejor día ni su mejor papel, y está un poco a medio gas y a veces sin saber muy bien qué hacer ni dónde mirar (ver el número musical de la cena), pero aun así se las arregla para darle fuerza a Bella en los momentos en los que le hace falta, como cuando se enfrenta a Gastón o cuando se niega a cenar con la Bestia. De Dan Stevens se puede decir poco, porque no queda muy claro qué es mérito suyo y qué del departamento de efectos visuales.
El problema de La bella y la bestia es, como decíamos, que en comparación (inevitable) con la obra maestra Disney del 91, sale perdiendo. Pero mucho. Más que nada porque le falta todo de lo que hizo que la película animada enamorara a diversas generaciones, que es la emoción. No existe emoción en esta película, y escenas tan frías como la del regalo de la biblioteca o el regreso de Bella a la aldea lo demuestran. En ningún momento se produce identificación con los personajes, y todo está tan calculado y medido que no existe una verdadera alma o emoción en la trama. Hay que esperar al final, cuando cae el último pétalo de la rosa y los sirvientes de la Bestia empiezan a perder la batalla (no diremos más para no estropear el momento), para encontrar el único momento emotivo en el qe el espectador realmente teme por los personajes, pero ya es un poco tarde para arreglarlo.
En definitiva, una cinta correcta, notable incluso, sobresaliente en lo técnico pero muy prescindible en lo emocional.

Lo mejor: Su factura técnica, impecable, y los números musicales
Lo peor: Le falta alma