Qué curiosa carrera la de Fernando León de Aranoa. De ser el abanderado más laureado del cine social español, ha pasado a rodar cintas claramente más internacionales como Un día perfecto o esta Loving Pablo.
El reto era grande. Gracias a Narcos, ya todo el mundo cree ser experto en la figura de Pablo Escobar. El rey del cártel de Medellín tiene en los últimos tiempos una exposición brutal en cine y televisión, con más o menos acierto. Aquí, se pone el acento en su relación con la periodista Virginia Vallejo, autora del libro en el que se basa la película. Bien por haber intentado algo que aún no se había visto demasiado bien en pantalla (es bien sabido que Vallejo aborrece el retrato que se ha hecho de ella en Narcos). Y mal porque el resultado no es el deseable, básicamente porque la narración es torpe e impide cualquier identificación con los personajes (ver la fugaz explicación inicial que se hace del comienzo de la relación entre narco y periodista). Se trata de un desarrollo plano, totalmente falto de pasión, autenticidad e interés.
Sin embargo, hay que darle al César lo que es del césar. Javier Bardem, un actor que no es muy santo de mi devoción, está monumental como Escobar, y consigue que nadie piense en otros actores que han dado vida recientemente al famoso narco, como Wagner Moura o Benicio del Toro. Penélope Cruz tiene altibajos. Está francamente bien en escenas como la de su primera conversación con Peter Sarsgaard, y prescindible en otras.
En definitiva, una película fallida, desapasionada, plana, sosa y poco digna de la trayectoria estupenda de León de Aranoa.

Lo mejor: Bardem
Lo peor: No interesa