Modesto film de serie B, pero notable thriller, adaptado de una obra teatral, de la que Horner saca un gran partido de unos mínimos elementos, a saber, un espacio cerrado y sin salida y un tour de force entre dos buenos actores, Robert Ryan e Ida Lupino.
Como no podía ser menos, Ryan hace de pirado ( es que qué bien lo hacía, joder). Entra a trabajar en la casa de Lupino y nosotros los espectadores que desde el minuto uno sabemos que el tipo está como un cencerro, sufriremos la inquietud de ir viendo qué va a pasar con Ida que compone, además, un papel encantador como dulce y vulnerable viuda de guerra.
El guion es muy correcto, creo que del mismo autor de la obra y el suspense está muy bien llevado y dosificado, al igual que la música que resulta muy inquietante.
Posteriormente en el cine hemos visto cantidad de personajes psicóticos. De hecho, a partir de los años 60, tendríamos ya un aluvión de ellos en todas sus vertientes, dando forma a muchas películas, algunas muy famosas, que quizá convierta a ésta en una peli ya tópica, pero en esa época no lo sería no. Y quiero señalar el tratamiento que se hace en esta cinta del colgao, al que el guionista concede cierta parcela de humanidad o, al menos, vulnerabilidad que nos hace oscilar entre el temor y la repulsa y cierto sentimiento de piedad...Creo que, poco a poco, nuestros asesinos psicópatas han ido perdiendo ese rasgo conforme avanzaban las décadas y ahora en la actualidad, no son más que seres sin alma en la mayoría de los casos.En cualquier caso, sea como sea, ésta, sigue generando un gran suspense que garantiza al espectador que se lo pasará muy bien pasándolo mal.