Un fantástico noir cínico, brutal y tremendamente irónico que Karlson conduce con mano maestra y que nos va a resultar enormemente satisfactorio si exceptuamos cierto vacilar en su discurso crítico, bastante falto de coherencia en su final y que, junto con esa necesidad, sin duda impuesta por los estudios, de mostrarse complaciente con el público, decide plegarse a un final esperanzador y redentor que de ningún modo va a resultar acorde a los sentimientos que nos despiertan los protagonistas a lo largo de todo el metraje.
Basada en una novela de Samuel Fuller, creo que ya se nota su mano en el tipo de personajes que vamos a encontrar aquí.
Personajes crueles, egoístas y despiadados, sin una gota de compasión y sí toneladas de cinismo en el ejercicio de su labor, el periodismo sensacionalista, cualidades que les hacen muy aptos para alcanzar el éxito en una profesión tan cainita.
Broderick Crawford es el nuevo editor experimentado de un periódico encargado de hacer subir las ventas a cualquier precio.
Sus métodos agresivos y poco escrupulosos en la búsqueda de noticias, rozando la ilegalidad, le granjeará grandes éxitos.
Tiene un buen alumno en la persona de su reportero (John Derek), un joven ambicioso que sigue su estela con ímpetu, demostrando ser digno discípulo de su mentor.
Donna Reed, antigua trabajadora del periódico, no aprueba los nuevos métodos de los que se valen sus colegas pero, demostrando una cierta ceguera parcial de algún modo comprensible ya que se siente atraía por Derek, echará todas las culpas al nuevo editor, prefiriendo creer que su chico está siendo víctima de una mala influencia y que, en realidad, es muy majo.
Y aquí comienza lo interesante de la película.
Crawford se verá involucrado en un crimen accidental y tratará de ocultar las pruebas pero su excelente y bien entrenado perro de caza Derek, localizará la presa en un santiamén y querrá hacer sangre de ello en sus titulares, tal como su maestro le ha enseñado.
Crawford no puede hacer otra cosa que dejar que su perro siga el rastro si no quiere levantar sospechas, por lo que habrá de fingir que él también sigue a la presa cuando resulta que la presa es él.
Esta magnífica historia de cazador cazado y de maestro y alumno está soberanamente bien realizada y nos promete unos momentos de tensión e intriga verdaderamente encomiables.
Karlson es un magnífico director y nos va a conducir por la trama con verdadera maestría creando momentos angustiantes (me gusta mucho el papel del antiguo reportero borracho), amén de que va a ser todo un gustazo ver cómo suda Crawford (y seguramente se caga en sí mismo por ser tan buen entrenador), ante el gran olfato que demuestra tener su podenco pero ese final tan complaciente invalida la trayectoria de los personajes. Demasiado precipitado y casual para ser coherente.