Cuando el río suena agua lleva. Comedia romántica con ínfulas de indie de raza, con el insulso Justin Long y la insoportable Drew Barrymore como protagonistas... no puede salir bien. Y en efecto, eso es lo que termina ocurriendo.
¿Qué vamos a decir de este tipo de películas que nadie sepa? Los personajes, los de siempre: el protagonistas es un buenazo, la protagonista es una mujer moderna un tanto atontada pero de buen corazón, y los secundarios suelen ser los amigos del tío, unos tontos del culo que suelen tener gracia pero que aquí ¡sorpresa! no la tienen. Una historia contada hasta la saciedad, con la variante esta vez de la relación a distancia. Un poco de música indie y no tan indie para aderezar el entuerto y ¡voilá! ya tenemos la típica comedieta precocinada con la que engañar al gran público.
Estoy muy escaldado de este tipo de películas. Aquí sabía que me iba a encontrar con un bodrio. No fallan, no sorprenden ya a nadie. Este Salvando las distancias tiene tan poca gracia, y sus protagonistas son tan repelentes, que aún sigo lamentando la hora y media que perdí viéndola. Quien lea esta crítica y decida no ver esta película gracias a ella, me debe una.