Un hombre soltero, título poco atrayente, esconde un debut interesante tras la cámara del diseñador de moda Tom Ford por una parte, y la consagración de Colin Firth como actor que alcanza el reconocimiento en su madurez por otra. Sobre todo este último es el gran aliciente de la película, dando vida a un profesor de literatura cincuentón que intenta encontrar un sentido a su vida tras la muerte de su amor (interpretado por Matthew Goode). En el duro camino, se verá apoyado por una vieja amiga en la misma situación (Julianne Moore) y trabará amistad con uno de sus alumnos, que duda sobre su futuro y sus inclinaciones sexuales (Nicholas Hoult).
Un hombre soltero es una película de interpretaciones sutiles y sensibles, aunque a veces el conjunto se vea empañado por momentos de excesiva afectación o gran tendencia al preciosismo un tanto vacuo. Sin duda, es una película elegante, rodada con mucho estilo, pero en varias ocasiones el estilo amenaza con comerse al fondo. Afortunadamente, Colin Firth es un actor lleno de matices, sobrio pero cercano, creíble a más no poder, e invade la pantalla con un derroche de personalidad.
Tom Ford no sólo se ocupa de analizar psicológicamente a sus personajes sino que, con sutilidad, esboza el retrato de una época plena de incertidumbre, donde futuro se vislumbra casi como un término utópico, irreal. Y para las "minorías", aún más.
Un hombre soltero me parece una apuesta arriesgada que sale airosa, a pesar de algún que otro exceso de esteticismo. El debut de Tom Ford merece la pena, y esperaremos con curiosidad su próxima incursión en el campo de la dirección. No le falta sensibilidad ni sentido de la narración.