Tras el batacazo de La joven del agua, donde Shyamalan tal vez alcanzaba niveles de misticismo y paulocoelhismo difícilmente asumibles, nuestro director hindú más aclamado necesitaba recuperar la confianza del público. Y eso, parece inevitable, tiene que pasar por la carnaza y la sangre, por el "dame pan y dime tonto". No es que renuncie a su forma de hacer cine, pero casi. A cambio, ofrece un espectáculo directo, con fuerza y con la filosofía justa y necesaria.
Desde la primera escena, El incidente va al grano. No se anda con rodeos, directamente nos mete el miedo en el cuerpo con un par de escenas rodadas con pericia y efectividad. Algo desconocido hace que la gente se suicide de diversas maneras, y parece que se transmite por el aire... y no hay que saber nada más. Acto seguido, presentación de personajes principales con breves pinceladas (Wahlberg y Deschanel) y ya tenemos la película en marcha.
Hasta ahí bien. El problema: tal vez demasiado apresurado para Shyamalan, lo que se traduce en poca profundidad y escaso desarrollo de personajes. Las situaciones impactantes se suceden, aunque quizá de un modo previsible y un poco repetitivo. Eso sí, el ritmo no baja y el interés se mantiene, aunque decaiga un poco en el último tramo, principalmente porque Wahlberg y Deschanel exhiben poca química y tampoco es que se entreguen en sus papeles.
Todo queda en una película de 80 minutos escasos pero ágiles, que se ve con agrado, aunque no destaque en ninguno de sus propósitos. Es la menos Shyamalan de todas las Shyamalan: para algunos esto será bueno y para otros malo.